lunes, 4 de marzo de 2019

EL DESAYUNO

Es lunes.
Manolo se despierta hosco, casi no da los buenos días, desayuna rápido. Da golpes en la puerta del cuarto de baño para que su hermana salga. Los dos pequeños que todavía duermen protestan desde sus cuartos.
La cafetera resopla y expulsa el aire comprimido dejando toda la cocina aromatizada. Un desbarajuste de platos, tazas, migas de bizcocho y tostadas.
Mamá, atareada, rellena cinco bocadillos y los envuelve en papel de plata para que tomen algo a media mañana. En la Termomix algo burbujea para el almuerzo. Se van yendo. Alguno se deja el bocadillo olvidado en la encimera. Manolo, que se escapaba, regresa a regañadientes y acerca la cara para que se le de un beso de despedida. Como si quemasen, apenas un roce, un visto y no visto y se va corriendo.
Reyitas es más amable y viene ella sola a despedirse y nos da un beso como Dios manda. Ignacio también. Este a pesar de que hace frío lleva el jersey en la cintura y va en mangas de camisa.- Niño, que te vas a resfriar- Que no, papá, que hace calor. Esta en la edad de lucir palmito, digo yo.
Reyes, hija, bajate la falda- le dice su madre. Lleva la del uniforme en plan minifalda y se le ven las piernas largas y delgadas con los calcetines. Típica quinceañera. Se lleva así- protesta- ¿que quieres que parezca una monja?.
Ya solo quedan los dos pequeños que ven Doraemon (el gato cósmico) mientras se terminan el Cola-Cao.
Me despido de ellos con el beso de la suerte, les digo y repaso mentalmente que llevo todo, llaves, móvil, dinero, los papeles... aun así a veces tengo que volver cuando ya estoy en la portería.
¡Adíos, adiós!
Cierro la puerta del hogar dulce hogar que quedará vacío hasta el mediodía en que tocan de nuevo a retreta.




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