lunes, 11 de julio de 2016

Victor Barrio, mon ami, mon frere

Muere un torero y con su muerte aflora el pus de una sociedad enferma. Esos comentarios abyectos en las redes,  quizá son minoritarios, pero si surgen es porque hay un sustrato social que lo alienta.
Por eso son síntoma de una grave infección. Da miedo ver como se extiende como una epidemia esa corriente animalista y vegetariana propia de países ricos, decadentes, en medio de su opulencia desmesurada.

A nadie en su sano juicio, en un país necesitado se le puede pasar por la cabeza que una mula no pueda uncirse a una noria o  sacrificarse un ternero.

Nuestros abuelos no albergarían la menor duda a la hora de matar un gorila entre cuyas garras se halla un niño indefenso y respirarían aliviados cuando éste cayese acribillado a balazos. Jamás culparían a los padres de la criatura en peligro (el niño, claro)  ni se lamentarían en lo más mínimo por la muerte del animal.
Eran más humanos.
Nuestra sociedad se está animalizando, esto es, deshumanizando. Estamos perdiendo "civilización" tras siglos de superación frente a la naturaleza salvaje.
Es el hombre el rey de la creación, a cuyo servicio está toda la naturaleza, animales incluidos. La dignidad del hombre es infinita frente a la de cualquier animal. Precisamente por esa dignidad y esa humanidad éste ha de respetar y cuidar la naturaleza en la que se halla, que sólo cobra sentido por la presencia del ser humano en ella.
Los animalistas necios preferirían una naturaleza pura, salvaje, incontaminada, sin la presencia del hombre, al que consideran un mal menor. Sin pensar que la naturaleza es implacable, despiadada, sanguinaria y feroz. Un mundo sin el hombre es un mundo desalmado y absurdo.

Pero es que este virus mental se está infiltrando en la mente de todos y todas de manera sutil pero real. Incluso entre personas nada radicales. Son muchos los que para explicar su antagonismo frente a las corridas de toros arguyen infantilmente -tú te imaginas que a ti te ponen unas banderillas en medio de una multitud ...- y ante ese argumento no se puede replicar porque estamos hablando idiomas distintos. No puedo dialogar con alguien que piensa que un animal siente, padece y sufre como yo, con alguien que cree que Bambi lloró por la muerte de su madre y que las abejas revolotean cantando en un país multicolor.

Mientras tanto miles de seres humanos son abortados ante el aplauso de una sociedad bienpensante moderna y progresista. Mientras tanto los ancianos se confinan en asilos y sus familias se van de vacaciones, mientras tantos se aboga por la eutanasia para los enfermos terminales, mientras tanto... hasta que así nos destruyamos a nosotros mismos, si Dios no lo remedia.

Ha muerto un hombre, Víctor Barrio, mi amigo, mi hermano.

2 comentarios:

  1. Todo lo que pasa ahora es terrible, Ignacio.

    Siempre me queda la misma duda: ¿la gente es ahora más subnormal y más cruel de lo que era antes, o somos como siempre pero antes no se notaba tanto porque no había redes sociales?

    ResponderEliminar
  2. Creo que ocurren las dos cosas, Fernando.

    ResponderEliminar