domingo, 6 de septiembre de 2015

LA NOVIA DIJO SÍ

Pilar, a la que se le ha caído la primera paleta y luce esa risa incompleta que hace a los niños más feos, más tiernos y por ello, más guapos, viene a nuestra cama muy interesada a preguntar, incluso antes de mirar bajo la almohada, "si la novia había dicho que sí". Su madre y yo nos reímos medio dormidos y nos percatamos de que ven demasiado la tele.

Pero la novia dijo sí, claro, en el altar ante Dios y ante todo los invitados que llenaban la iglesia.

En las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, ...hasta que la muerte nos separe... y todo lo demás... y me sorprendo, como una solterona- ¡qué pareja tan linda!- con los ojos húmedos. Y es que es verdaderamente emocionante, profundo, valiente y sincero, ese Sí sacramental de una boda "por la iglesia".

En este mundo nuestro donde el compromiso, la lealtad, la responsabilidad, el sacrificio... y siga usted diciendo, están tan devaluados, donde todo es de usar y tirar, y las lavadoras y las neveras, que antes duraban una eternidad, ahora están programadas para escasos años, no digamos los móviles y los ordenadores; donde todo se queda obsoleto a velocidad supersónica, emociona, cómo no, este sí de los novios para siempre. Este "para siempre" es una locura, por supuesto que sí, pero el amor o es ilimitado o no es.

Era la boda de Felipe y María. El salmo entre las lecturas fue elegido por el novio: "Dios mío, Dios mío, porque me has abandonado".
Se presta a una primera sonrisa: Ojú, con la novia resplandeciente a su vera cómo puede decir esto; Pero es tan impactante, que cuando el lector lo va desgranando, uno se da cuenta de que no es una oración pensada para que quede "mona" la boda. Es un salmo para que quede para toda la vida, como báculo que sirva, precisamente, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de nuestra vida.

Es un grito conmovedor, angustioso, que desgarra:

Estoy como agua derramada,
tengo los huesos descoyuntados;
mi corazón, como cera,
se derrite en mis entrañas;
mi garganta está seca como una teja,
la lengua se me pega al paladar;
me aprietas
contra el polvo de la muerte.
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.

lleno de espanto y ternura:

Tú eres quien me sacó del vientre,
me tenías confiado
en los pechos de mi madre;
desde el seno pasé a tus manos,
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
No te quedes lejos,

y de gran esperanza:

En tí confiaban nuestros padres;
confiaban, y los ponías a salvo;
a tí gritaban, y quedaban libres;
en tí confiaban, y no los defraudaste.

y Ellos me miran triunfantes,
se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
líbrame a mí de la espada,
y a mí única vida de la garra del mastín;
sálvame de las fauces del león;


Porque el matrimonio, como la vida misma, no es un juego bonito y ñoño, es mucho más hermoso y mucho más tremendo.

2 comentarios:

  1. Cómo me ha impresionado leer ede salmo en ese contexto. El novio debe de ser un gran tipo

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