jueves, 7 de mayo de 2015

EN EL SÉPTIMO CIELO

Por retuitear un twitt, me tocan dos entradas en un sorteo para un concierto.
Santiaguito es el único que puede venir conmigo. Mi interés es doble, porque el lugar es una iglesia desconocida de Sevilla, casi inaccesible, que no conozco, de San Pedro de Alcantara, en la calle Cervantes.
Mereció la pena ir. Un trío de piano, violín y chello, interpretan a Debussy y a Dvorak bajo la bóveda de una iglesia barroca cubierta de frescos, retablos y esculturas de muy buena factura.
Arquitecturas imposibles y trampantojos adornan las paredes, un celaje con nubes se atisba tras el baldaquino de columnas corintias, como un fondo abierto y lejano sobre el que se recorta la cruz.

Santiaguito aguanta como un machote, ni tose, y controla un estornudo.
Los dos últimos movimientos se los pasa en mis brazos, recuesta su cabeza sobre mi hombro y a compás del "lento maestoso" del violín, cuya melodía repite el piano, y depués el violonchello, sube y baja su respiración, dormido, desmadejado, frágil. Él, que no para nunca.

Me aprovecho.  Lo siento palpitante sobre mi pecho.

Música y latidos hacen real ese cielo que atisbo tras el templete de oro.

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