lunes, 3 de noviembre de 2014

Aunque podemos, no debemos.

En una sociedad en la que se ha perdido el sentido moral, empezando por el sentido de la vida, (como muestras la legalización del aborto y la eutanasia, la equiparación de personas y animales, Excalibur), es comprensible que la corrupción campe a sus anchas. Al lado de aquello, robar dinero público es una insignificancia, siempre que no me cojan.
Es ahí donde está el quid, la impunidad. El hombre moral se rige por su conciencia lo vea o no la sociedad. Cuando el criterio moral falla, o no existe, la sociedad se corrompe de pleno, porque Quis custodiet ipsos custodes?
Se necesita una regeneración ética que cale en las conciencias.
Lo desalentador es que la sociedad, en tiempos de crísis, en lugar de regenerarse desde dentro del sistema, prefiere su autodestrucción, como ha ocurrido tantas veces en la historia, y ahí tenemos a Podemos, como surgieron los totalitarismos extremos tras la Gran Guerra, Nazis y comunistas, como surge Le Pen y sus secuaces en Francia…
Aunque podemos, no debemos romper el sistema, si lo hacemos lo lamentaremos largamente.

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