martes, 18 de marzo de 2014

Aniversario

Está Sevilla esta tarde esplendida. El cielo no puede ser más azul, el aire es tibio y el olor a azahar lo invade todo, absolutamente todo. De tan bella parece un tópico. He ido a correr cerca del río, los remeros, los barcos, la gente en camiseta tumbada al sol disfrutando de la primavera temprana.
Después fui al convento de mi hermana. Me regalan una bolsa de naranjas y limones recién cogidos del huerto. Orondas y jugosas. Seguro que esas frutas que han madurado en la paz y el sosiego del claustro son más sabrosas, por lo menos a mi me lo parecen cuando me las tomo.
Cuando voy a por ellas espero en el zaguán, en penumbra, donde una Inmaculada de escayola en su hornacina nos da la bienvenida, siempre rodeada de flores de temporada y macetas, que la hermana tornera cultiva en el jardín para Ella, nardos del huerto, las blancas flores del naranjo recogidas de las que caen en los alcorques, las fresias, cuyo olor nos invade dulcemente...
Los niños han tomado helados para la cena y patatas fritas especiales de una marca que les encanta, porque es nuestro aniversario, por ello han podido tomarse hasta dos cucuruchos seguidos...
Reyes y yo hemos salido dando un paseo mágico, caminando hasta la calle Mateos Gago, hemos parado en "La Azotea", este pequeño bar es claramente recomendable, el steak tartara estaba de muerte y el ajo blanco con guarnición y, no es una errata, Peta Zeta, que explota en la boca...sorprendente.
Pero lo mejor, sin duda, volver despaciosamente, pasar bajo la Giralda y la Catedral iluminadas, inmensa, recortadas nítidamente sobre la noche profunda, casi irreales, los naranjos en sazón, la luna menguante y el silencio, roto sólo por una guitarra que a lo lejos toca sutilmente un músico callejero...
Mientras escribo esto, me llega todavía, el olor de los naranjos de la plaza por el balcón abierto y todos duermen tranquilamente. ¿Que más se puede pedir?

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