lunes, 18 de junio de 2012

Como meter cinco niños en el coche y no morir en el intento.

Leyendo el  divertido artículo de mi admirado Enrique García-Máiquez  (http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/1285125/metros/playa.html) sobre la mañana de playa y acordándome de otro de Iwasaki de hace una semana, ambos cargados de razón expongo aquí mi experiencia sobre cómo salir en coche con los niños.
Aún recuerdo cuando antes íbamos en el coche de mi padre. Todos al rebullón, los niños, las bolsas, los juguetes, y casi siempre la tata; unos en brazos, otros encajados entre sí a modo de cremallera, algunos en la “perrera” y tan a gusto.
Cuando uno es soltero, o recién casado, viajar en coche es una gozada; se abre con el sistema laser, se introduce uno en el vehículo alegremente y en cuestión de 15 segundos está circulando ligero, escuchando su música favorita… ¡Ay, Qué diferencia! Ahora tardo en salir, a veces y sin exagerar ni un ápice, más de un cuarto de hora.
Llego al aparcamiento;  primera pelea: quien coge el mando para abrir. Si no hay acuerdo abro yó. Mientras resuenan los llantos. Segunda discusión :  quien va o no en ventana, - tú fuiste ayer, hoy me toca a mí, yo me lo he pedido antes-
Cójase la silla o sillas plegables. Pliéguese (a ver si hay …narices), lúchese con ella y si es vencida, introdúzcase en el maletero. Si se trata del instrumento de tortura de la marca Arrue, ármese de paciencia. Este tipo de coche de capota es un “clásico” azul marino de grandes ruedas; es, digamos,  el Bentley de los carritos, y claro, es el que permite ser adornado con sabanitas bordadas, lazos y perifollos varios. El práctico maxi-cosi de líneas aerodinámicas no es apto para batones largos de encajes, así que confórmese y respete las tradiciones seculares. Desencaje el capazo, con el niño dentro, con cuidado de que no se vuelque, colóquelo bien atado en el asiento de atrás, y después intente plegar el armatoste de las ruedas. Si se consigue tras ardua lucha intente colocarlo en el maletero. No cabe; apriete con fuerzas, de un portazo con rabia y zas, queda cerrado a presión. ¡Cuidado al abrir de nuevo, puede salir despedido!
Y ahora llega lo peor, cada niño tiene que estar perfectamente acomodado en su silla, sillita, alza o lo que sea y con todos sus arneses puestos, y esto es una historia… para no dormir.
Introdúzcase medio cuerpo en la parte trasera del vehículo y comience a abrochar cinturones. No es fácil. Si el coche estaba al sol la tarea se convierte en un infierno. Las dichosas sillas están inventadas para purgar los pecados en esta tierra e ir purificados al más allá. Cada silla tiene su truco;  por supuesto no son estándar, las primeras 500 veces, hasta que se aprende suponen la superación de un máster de ingeniería. Pónganse  los tirantes que, como su nombre indica, deben estar tensos para que el niño no salga despedido. Ahora intente unir los dos en una hebilla de metal que debe coincidir de tal suerte que se pueda introducir en el resorte de cierre. El niño llora, no quiere que le abrochen, cuando ya está colocado el cierre, pega un tirón, (contenga los exabruptos, acuérdese de que hay menores y comience de nuevo) y ahora la criatura está sentada sobre la hebilla; mientras la sacas, se desmonta todo otra vez, si es de noche se convierte en una pesadilla. Me río yo de Tántalo y sus suplicios. Finalmente con gran esfuerzo se oye clic, y respiras aliviado y vas de nuevo a la carga con el otro u otros retoños donde se repite la misma operación. Mientras, se escucha dulce música de fondo: ¡esta no es mi silla, la mía es esa, yo no quiero en medio…! Llantos, mocos, cachetes…
Por fin todos sentados. Los padres caen agotados en sus asientos, con ganas de regresar ya al dulce hogar que se acaba de abandonar. Se arranca, se oye algún llanto descontrolado de alguno de las criaturas que no está conforme con el sitio, las silla o que le aprieta aquí o allá, Y cuando parece que está todo en orden, ¡que relajante es viajar! comienza el siguiente dilema:  la radio, ¡ yo quiero el disco de los payasos, yo el de don pin-pon, yo el de los cuentos…!
Y así se inicia el alegre viaje de una familia numerosa, quizá para recorrer no más de tres kilómetros, a cinco minutos de viaje, pero tras media hora de preparativos… Eso sí: ¡todo atado y bien atado!

8 comentarios:

  1. Jajajajaja. Te faltan varios capítulos como el de "cuanto falta para llegar" justo al conseguir arrancar el coche, "mamá me estoy mareando" y antes de que te de tiempo a reaccionar ya tienes al niño, a sus hermanos y el coche literalmente bañado de devuelto, que parecen la niña del exorcista cuando vomitan, leches!!, también es digno de mención el " me hago pipí, no puedo aguantar más" multiplicado por cada una de las fieras, "tengo hambre"... Si es que no sé para que nos complicamos con lo agusto que se está en casita!!!

    ResponderEliminar
  2. He tenido que dejar de leerlo tres veces de los ataques de risa...lo mejor de todo es que pensé que yo era la única desquiciada que había llegado a abortar un trayecto por no poder abrochar las correas del Infierno.

    Reyes Cámara

    ResponderEliminar
  3. Querido Ignacio:
    Mi mujer y Yo, con cinco hijos, hemos vivido lo mismo pero algo mas fuerte, ya que nuestros viajes eran Madrid-Sevilla y vuelta, pero CREO que drogabamos a nuestros hijos con el Biodramine amarillo, que daba mucho sueño. Tambien es verdad que saliamos de Madrid a las 5 o 6 de la mañana, en Despeñaperros cambio de pañales a las mas cagonas y desayuno de pan con aceite en Carmona. Para el "angelus" ya estabamos en Sevilla o en Rota.
    Hay recordarte varios detalles: no habia autopista, el coche era un 600D y despeñaperros se tardaba casdi una hora en atravesarlo, eso sino te tocaba chupar rueda tras una fila de camiones.
    Besos a Reyes.
    Alfonso Camara Cañaveral

    ResponderEliminar
  4. Cristina, sólo he comentado el capítulo de "entrada al vehículo" sin arrancar. El "viaje" necesita otra larga narración. Lo dejaré para otro día. Mi coche tiene un olor perenne, incrustado en la tapicería a pesar de las limpiezas.

    Reyes, como ves no eres la única. La DGT va a conseguir llenar los psiquiatricos con tantas correas. Al final a los que nos van a tener que amarrar es a nosotros.
    Alfonso, lo vuestro si que era un odisea. Recuerdo muy bien ese Despeñaperros, con sólo dos carriles, asustados en las curvas cuando tocaba el lado del abismo y detrás de un camión a 50 por hora.

    ResponderEliminar
  5. Yo recuerdo mis paseos en coche con mis 5 hermanos, moviéndonos constantemente, jugando, peleándonos, metiéndonos entre los asientos de papa y mamá preguntando cuando íbamos a llegar, los chicos que querían ir con mi madre delante... y cuando alguien rompía la veda y empezaba a vomitar... todos en cadena! Del pueblo a Sevilla 2 o tres horas, dependiendo si te tocaba ir detrás de un camión en la cuesta de la media fanega!

    ResponderEliminar
  6. Em mi caso, he solucionmado parte de los problemas. La glamourosa familia M-FC nos desplazamos en una elegante CAMIONETA DE REPARTO (exactita a la de Mercadona). Hemos perdido distinción(siempre me vi en un A4 azul...), pero hemos ganado en PAZ!! Quepo casi de pie dentro del coche, y tambien es importante...todos menos el enano se saben abrochar el cinturon!
    Volviendo al pasado, es de destacar la ida a la Feria en el Mini rojo de mama, con las 4 detras vestidas de flamenca...y antes de salir de casa mucho interes en que no nos arrugaramos...
    Bss a todos!!
    Belen C.

    ResponderEliminar
  7. La familia M-FC siempre conservará el glamour aunque sea en la furgoneta.¿Quién quiere un A4 azul sin chupa-chups pegados en la moqueta y gusanitos pululando por las alfombrillas?

    La imágen de las cuatro C, en el mini de mamá, ¡sin arrugarse! es delirante...

    ResponderEliminar
  8. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar