miércoles, 9 de mayo de 2012

Para comenzar

«Señor: Dame una buena digestión y naturalmente alguna cosa que digerir. Dame la salud del cuerpo con el buen humor necesario para mantenerla. Dame un alma sana, Señor, que tenga siempre ante los ojos lo que es bueno y puro, de manera que frente al pecado no me escandalice, sino que sepa encontrar la forma de ponerle remedio. Dame un alma que no conozca el aburrimiento, los refunfuños, los suspiros y los lamentos y no permitas que me tome demasiado en serio esa cosa tan invasora que se llama "yo". Dame el sentido del humor, dame el don de saber reír de un chiste, a fin de que sepa traer un poco de alegría a la vida y hacer partícipes a los otros. Amén». Tomás Moro (1478-1535).

3 comentarios:

  1. Descubrí el otro día, cantando (porque no cuentan los acentos ortográficos), que todas las oraciones cristianas tiene un mensaje oculto al final,un imperativo que resume en un solo mandato, en un camino único, todas las intenciones y todos los ruegos.....

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  2. Fántastico, D. y es que el canta ora dos veces. ¡Qué iluminación! Después de eso no tengo nada más que decir. Amen.

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