jueves, 6 de febrero de 2025

LA RESONANCIA



Subo a la azotea y se extiende la ciudad a mi alrededor con sus torres, sus tejados y sus antenas, pero sobre todo con su luz de sol poniente.

Son diez minutos más que hace unos días lo que se demora el sol, pero qué diez minutos, Dios mío, qué trasparencia. El frío corta los contornos y enfrente de mi remolonea antes de irse. Colorea de naranja pálido los cerros desnudos tras los edificios. Campo tras la urbe, como la playa bajo los adoquines. Por allá como un Gólgota contemporáneo se perfilan oscuros los anuncios publicitarios del extrarradio, cruces laicas sobre el cielo.

En estratos de pizarra, una formación de nubes a la derecha, se destaca en un cielo limpio en colores malvas y azules.

Es todo tan sencillo, tan sereno, tan bello que transfigura.

He venido en la bici del trabajo y a continuación tengo que impartir una clase y después clausurar una mesa redonda, pero tenía media hora libre y he subido impelido por esa luz que se alarga tras estos dias de lluvia continua y que nos sorprende.

Se pone el sol todos los días desde hace, me pierdo, lo que nos digan los expertos, miles, cientos de miles de millones de años, lo mismo da. Ahí está trasteando entre edificios,  donde antes no habia nada y antes aguas de oceanos que todo lo cubría.

Y ahí estará cuando no haya nada de nuevo, no lo sé.

En todo caso es algo sublime que sucede y no vemos.

Hoy he disfrutado de él. No llevo móvil, ni reloj (los dos que tengo están en el relojero) por eso no sé cuanto tiempo me queda para ponerme una corbata e irme. No me atrevo a quedarme hasta que culmine su periplo el astro rey, lo dejo enganchandose entre los picos de las iglesias, los cables y las antenas…

No habré llegado a estar ni diez minutos ¡pero vaya diez minutos! De silencio, de luz, de color, de aire y de vida. Es como si acabara de salir de hacerme una resonancia

La foto no es de ese día pues no llevaba móvil
… de hermosura.