Y aquí me ven, retratado con Teresa Berganza ante la puerta de mi casa.
Tras la entrevista, a la gran mezzo, a la que asistimos en el CICUS, la casualidad quiso que le acompañase a su hotel caminando, explicándole cosas de Sevilla, pero sobre todo, dejando hablar a ella de su historia, cómo no, apasionante.
Una grande que ha convivido con los grandes. Su trato con la Callas, que era diva cuando convenía, me dijo, pero jamás con ella, a la que profesaba inmenso cariño. Su trifulca con Karajan de jovencita y su posterior amistad, lo inmensamente privilegiada que se sentía por haber tenido una vida tan plena. Parece que tengo 200 años, repetía, y a pesar de sus 83, caminaba ágilmente, admirándose de todo. Simpática, sencilla, jovial, confesaba su admiración sin ambages a Victoria de los Ángeles, a Pilar Lorengar, de las que había aprendido infinito.
Un cartel pegado a la pared le llamó la atención: "Carmen", se leía en grandes letras rojas, pero no era la de Bizet, sino una convocatoria de cultos de la hermandad carmelita.
En la entrevista me encantó cuando dijo que de tanto estudiarlos, cantarlos y amarlos, parecía que había conocido a Rossini y a Mozart, y con gran convencimiento afirmó- ya los conoceré, y les preguntaré si les parecían bien mis interpretaciones-
Estoy seguro que los conocerá, (yo también lo espero) y le responderán, sin duda, todo rodeado de ellos, que cantó como los ángeles.
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