jueves, 25 de marzo de 2021

SANTO SUBITO Y EUTANASIA

Se ha aprobado la ley de la Eutanasia y a la vez ha muerto Miguel en loor de santidad. Quizá Dios ha querido que así sea para contraponer el ejemplo luminoso de una vida frente al mal y el egoísmo de la muerte que ampara la nueva ley. Repugna llamar ley a esto, pero así es. Es el triunfo del egoísmo y la individualidad, es una ley profundamente antisocial. Para satisfacer el interés de unos pocos se hace un daño irreparable a toda la sociedad. El concepto sagrado de la vida, indisponible, que ha guiado a la humanidad desde sus orígenes, con las salvedades de todos conocidas, como los totalitarismos nazis y comunistas, para no irnos más lejos, este carácter inviolable, digo, que consideraba digna toda vida por el hecho de ser humana, independientemente de sus condiciones subjetivas, discapacidad, enfermedad, sufrimiento...se ha roto. Con eso hemos perdido todos y la pendiente por la que nos deslizamos nos lleva al deshumanización y al fracaso, a la desprotección del más débil, que en definitiva, podemos ser todos en nuestros momentos de vejez o enfermedad, en que nos veremos desasistidos y en manos de una sociedad que ha decidido que hay vidas que no merecen ser vividas, que hay vidas mejores que otras. Todos nos sentiremos una carga porque tarde o temprano todos seremos una carga. Bendita carga diríamos hasta ahora, con la nueva ley, inmisericorde, seremos un maldito lastre del que mejor desembarazarse. Comprendo el dolor de una persona con enfermedades incurables y el sufrimiento suyo y de sus familiares. Pero ese deseo individual de morir ¿cuántos suicidios hay? no justifica una ley que lo ampare. Habrá que solucionar, paliar estas situaciones pero no liquidar al sujeto, no avalar el suicidio, ni asistir al suicida, no. Hay que dar razones para hacer llevadera la vida hasta el final, hacer bendito el tránsito hacia la muerte a la que todos estamos abocados, no precipitarla. El egoísmo de estas personas, que han antepuesto su propio dolor al bien social, su individualismo frente a todos, ha generado esta ley que va a impedir que se investigue más en cuidados paliativos, que va a sumir a los ancianos en la desesperanza y que va a considerar las vidas en función de su utilidad. Trágico. Cuánto mal han causado esas personas que se han erigidos en paladines de la causa diabólica. La película Mar adentro o aquel otro que mató a su mujer, desesperada y deseosa de morir, para no verla sufrir y lo hizo “orgullosamente” público. ¿Qué egoísmo más aterrador? por su culpa ahora somos peores, más tristes, menos humanos, más injustos, más antisociales. La noticia de la muerte de Miguel, es sin embargo, a pesar de su tristeza enorme, un canto a la esperanza. Son estas vidas ejemplares, fuertes y brillantes, en su debilidad, las que nos recuerdan que vivir merece la pena siempre y nos animan a luchar por la vida hasta el final. Porque la vida humana siempre, siempre, es digna. Santo subito, Miguel. Ruega por nosotros.

martes, 16 de marzo de 2021

NOSTALGIA DE LO NO VIVIDO

Ha estallado el azahar y está Sevilla que, ahora se entienden todos los líricos pregones, no se pué aguantá. Yo no sé si en otros lares se da esta circunstancia de toda una ciudad que se convierte en un pomo de olor embriagador, pero merece la pena venir y pasear bajo la Giralda sólo por eso. Todos los años estos efluvios nos alegran el alma porque es el anuncio de la inminente Semana Santa y para un sevillano de pro no hay nada más grato que el vaivén de un palio al son de Amarguras o el racheo de los pies de los costaleros sobre la rampa del Salvador. Pero este año, ay, este año, es un martirio. Respiramos este puro aire fragante bajo el azul transparente de un cielo que parece pintado y nos acordamos de que ¡no hay Semana Santa! Sí, ya sé, claro que Semana Santa hay, pero no al sevillano modo, y esto es un sufrimiento indecible y una melancolía terrible... Cuántas cosas nos estamos perdiendo, porque el tiempo no regresa, no... Mi hijo Santiago no volverá a salir en la Borriquita, se le pasó la edad y se le quedó corta la túnica, mi hija Reyes no estrenará el Domingo de Ramos de sus dieciocho primaveras yendo de un sitio a otro con su pandilla de amigos, y cuantas personas mayores no saldrán más a la calle a ver los pasos... Y son dos semana santas que yo tendría para enseñar a mis dos hijos pequeños como se ven las cofradías antes de que vuelen solos... Todo esto hay que relativizarlo, ya lo sé, y ponerlo en su sitio, pero no me consuelo. El pasado año nos cogió todo tan de sopetón y fue tan traumático que no nos dio tiempo casi ni de darnos cuenta y la nostalgia se nos esfumó rápidamente, pero este, ¡otra vez! ¿Y por qué me pongo hoy jartible y tristón?, pues porque, ¡y hay que ser masoquista! ayer fuimos al Maestranza a ver la película mítica de Lebrón y Carlos Colón, que vimos allá en nuestra juventud en el cine Alameda, ahora acompañada de la Real Orquesta de Sevilla tocando las marchas emblemáticas. ¡¡Ojú!! Las lágrimas se me saltaron nada más ver la Borriquita saliendo del Salvador debajo de mi casa, que este año otra vez no veremos. Y la saeta de Cuevas que se clavó en todos los corazones, magistral, y la Centuria con sus cornetas y suena Valle y el repeluco de los "pitos del Silencio" y aparece, apoteósica en su esplendor ¡la Macarena!! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Salí con mi hijo Santi del teatro, de nuevo a una ciudad fragante, aromática. Los alcorques blancos a los pies de los naranjos, el Guadalquivir de plata reflejando el Puente por el que no expirará el Cachorro, ni se merecerá la Esperanza, ni lucirá sobre él la Estrella el Domingo de Ramos. El año que viene si Dios quiere, no dudaré si irme a ver recogerse esa o aquella hermandad en su iglesia a las tantas porque mañana estaré reventado. El año que viene, si Dios quiere, este que está aquí no se acuesta hasta que el postrero candelabro de cola haya traspasado la última puerta de la última capilla.

martes, 9 de marzo de 2021

La necesidad de familias sensatamente imperfectas.

Como he leído a mi admirado amigo Ángel, me decido a seguir con el tema porque creo que es muy importante. Desde mi experiencia de padre de familia numerosa y ambos cónyuges trabajando sé de primera mano cómo funciona en España este tema. Esto es, bastante mal. Y tal como dice mi también admirado Gregorio Luri, se necesitan muchas familias sensatamente imperfectas. Lo primero que tengo que decir es que nunca he pretendido que el estado corra con mis gastos por tener más o menos niños, es una opción personal que va mucho más allá de si va a haber relevo generacional o si mis vástagos van a pagar o no las pensiones. Es, como digo una convicción íntima, que va muy unidad el optimismo vital con el que miro el mundo y al valor infinito que le doy a la vida, a toda vida, que es maravillosa siempre y abocada a la eterna. Todo esto tiene que ver, claro está con Cristo resucitado. Pero más allá de ello, sí es cierto que la familia es un bien social y que sin ella nos vamos al garete como comunidad. Por eso, sí hay que ayudar a las familias que se atrevan a tener hijos y muchos, porque no debe convertirse en una heroicidad algo que es de lo más natural y con los cambios sociales y mentales del último siglo, la necesidad del trabajo fuera del hogar de ambos progenitores, que ya no es electivo, se hace imprescindible ayudar a que los ciudadanos del futuro, los niños de hoy, estén criados en un ámbito lo más sano posible, y este no es otro que la familia, célula en la que se entrega el amor gratuitamente que es el bagaje que llevaremos toda la vida y que hace que la sociedad funcione. Sin ese amor desinteresado primigenio vamos mal. Pero es muy difícil tener cinco niños e ir a trabajar, poner la comida, y la lavadora y llevarlos a actividades extraescolares y hacer los deberes y trabajos manuales y que aprendan inglés y comprar un coche grande donde quepan todos y los carritos de bebe y los pañales y los brackets y los cumpleaños y las mil cosas que reclama una prole y teniendo que hacer guardias, salir de viajes de trabajo, reuniones on line… y llamar al fontanero porque se ha roto un grifo y pagar el Ibi y los colegios y llevarlos y traerlos, y la ropa que se queda pequeña y cambiar los armarios de verano e invierno y subir a los altillos fardos enormes y curar heridas e ir a urgencias de vez en cuando porque uno se ha hecho una brecha, aquel se tragó una moneda o ese otro se lesionó en un partido ¡e ir a ver los partidos y las actuaciones de fin de curso del colegio…! se necesita mucho tiempo y mucha dedicación y eso, hoy por hoy, en España no está resuelto. Yo no puedo estar más contento con mi familia, no hay nada a lo que pueda haber dedicado mi tiempo y mis fuerzas que me haya compensado más en la vida... pero, por el bien común, visto lo visto y la necesidad de que el mundo siga adelante habría que facilitar las cosas a todos, si no esto se irá al traste con los pocos que vayamos quedando ancianitos, solitarios y desvalidos.

miércoles, 3 de marzo de 2021

OJO POR OJO, DIENTE POR DIENTE

A Reyitas le acaban de poner gafas, de mis cinco niños, que ninguno hubiese heredado mi enorme miopía, era una pica en Flandes. Está monísima con ellas. Manolito ha ido al dentista y le han revisado los aparatos de los dientes. Cuando no es una cosa es otra.Ya habíamos terminado con la dentadura de aquélla y después vendrá la siguiente. Ahora todos los niños terminan con brackets y yo encantado de que mis hijos luzcan sonrisa Profiden. Por una sonrisa un cielo...decía el poeta, no seré yo quien dé menos. Pero ojos por ojos y dientes por dientes al final no me voy a poder comprar el Porsche Cayenne Coupé.