domingo, 25 de agosto de 2019

Sanlúcar, puesta de sol.




El día se despide del mar con el beso del sol que en el horizonte descansa levemente sobre la línea azul. Cuando la tangente entre plano y esfera es perfecta se produce un instante de sosiego y sobrecogido el mundo, callan  las nubes, las olas y las aves.
Entonces comienza a sumergirse inexorablemente.
La brisa mueve las olas y las gaviotas sobrevuelan oscuras en bandadas que graznan sobre el mar de plata.
Unos muchacho juegan entre las ondas fúlgidas con un balón y se perfilan sus figuras núbiles llenas de vida sobre la tarde malva. Salpican su euforia adolescente y de repente asombrados se detienen cautivados por el enorme fuego que termina de desaparecer tragado por las aguas.
Manso el mar, calmo el aire, tibio el cielo entintado de sangre derramada y oro derretido, se siente intensamente la existencia fugitiva.

martes, 20 de agosto de 2019

Cuando llegue el Apocalipsis que Dios me coja confesado, y punto.


Estoy encantado con el cambio climático. En Sevilla llevamos dos veranos maravillosos en los que las noches infames en las que la que gente sacaba los colchones a las azoteas han desparecido. Estamos empezando a usar las “rebequitas” en los atardeceres de julio y dentro de poco quizá hasta tengamos que hacernos con ropa de entretiempo, esa que hace tan elegante a la gente de San Sebastián cuando pasean por la Concha. En fin, una delicia.
Nunca he reciclado nada (¡ni Dios lo premita! como decía nuestra gran Lola de España) y visto lo visto pienso seguir así. ¡Qué reciclen ellos! (esta vez Unamuno).

Con ellos me refiero a la progresía  de siempre y a los príncipes que no quieren tener familias numerosas por no emitir Co2 pero que van de un casoplón a otro en aviones privados, o que prestan sus yates a niñas imbéciles para que vayan a América. Pobre Greta, como siga así, en pocos años la veremos como esas muñecas destripadas que alguien dejó olvidada tras el arcón polvoriento.

Otra de las grandes alegrías que nos depara el terror milenarista de moda, siempre tiene que haber una espada de Damocles que penda de la humanidad, es la fobia a los aviones. Dentro de poco cuando volemos lo haremos sólo la gente normal que comemos y bebemos y tenemos los niños que podemos sin grandes problemas de conciencia. Aviones vacíos en los que nos  servirán copas de vino y filetes poco hechos azafatas tontas y hermosas, de larguísimas piernas como las de antes, o a ellas, azafatos rubios y atléticos, totalmente zotes también.

Qué maravilla, entonces sí que merecerá la pena viajar. Seremos tan pocos que podremos llevar, sin problemas de espacio, nuestras grandes maletas de pellejo de antílope, y nuestras esposas, sus lustrosos abrigos de piel de nutria, visones o martas cibelinas.

Por tanto que nadie ose quitarme mi gran cubo de basura multiusos donde junto a las mondas de patatas, latas, papeles y envases de todos los tipos y materiales, encesto otro botellín de cerveza vacío. Y van ya... 

lunes, 19 de agosto de 2019

La entrega de las llaves


De una manera natural llega el momento en que dejamos a los hijos solos en casa. Nosotros en Sanlúcar no hemos tenido que llevarlos. Cogen su autobús, duermen en Sevilla y hoy salen para hacer el Camino de Santiago los dos mayores.
Reyitas que fue a ver el Betis (yo me pasmo desde luego de tamaña afición, que a mí me parece disparatada y más en una niña, pero en fin) es la última que saldrá y esperemos que todo lo deje recogido, apagado, cerrado…
Hace escasos años comenzamos por bajar a tomar una cerveza  justo abajo, pronto el circulo se fue abriendo cien, quinientos metros… el móvil siempre conectado. Al final la zona se amplió a toda la Ciudad y desde ayer, ya, han tomado posesión de las llaves y se quedan en casa sin nosotros.
Esto significa que ya no somos padres de pañales y cochecitos (por otra parte, gracias a Dios) lugar que ocupa otra generación. La entrega de las llaves significa que somos indubitablemente ¡padres maduros!

lunes, 12 de agosto de 2019

NO ERAN PRECISAMENTE ALEJANDRO MAGNO



Tras la última carrera de caballos, que es un momento fugaz de una hermosura inigualable, se levanta el viento y la playa se va quedando vacía.
Es mi momento. En mi silla playera veo ocultarse el sol tras la línea del mar y pintarse las nubes de todos los tonos del amarillo al rosa: naranja, bermellón, malva, violeta, cárdeno.
Pongo en mi móvil un lieder de Strauss, un aria de Puccini, un nocturno de Chopin… verdaderamente impagable.
Hoy estaba solo, casi solo…
Una última familia rezagada plegaba la sombrilla y recogía los bártulos cuando la niña llego quejándose de que no encontraba las chanclas. Eso fue el acabose.
Todos se pusieron histéricos como si la pequeña de seis años hubiese cometido el mayor de los delitos.
Los gritos, las quejas, los insultos, las amenazas.
El sol se iba poniendo lentamente mientras veía al contraluz moverse a la panda de ordinarios, padres, tíos y sobrinos, de un lado a otro y vociferando sin cesar en busca de las puñeteras chanclas. Ellos pronuncian shanclas.
Tuve que apagar la música, era inútil.
El padre: No sabes la mala leshe que tengo por el cuerpo ahora
Y se lo repitió tres o cuatro veces con ira. La chiquilla se encara y le grita con todas sus fuerzas ¡¡¡que yo no las he perdiooooooo!!!
La madre gorda y vasta: La huscha se va queda vasia. Eso lo paga tú. No se te puede comprá na de marca!!!
La tía desde lejos:  ¡¡¡dejarlo ya coñooo!!!
El padre: ¡¡¡pero cómo es que vas a la orilla y vuelves descalza!!!¡¡¡ Que hija de puta!!!  Y repetía- no sabes la mala leshe que tengo dentro.
Mira y señalaba una foto del móvil -en la última carrera las llevaba puestas- ¿Pero donde las metíoooo?
Miraban en las bolsas, escarbaban en la arena… ¡que no, que no, que eso se lan llevao! - decía la tia gorda y embarazada. Voy a mirá en esos montoncitos de arena donde las niñas han meao
Yo no daba crédito. Estaba junto a mi hijo Ignacio los dos callados y asombrados en la penumbra. No nos queríamos ni mover.
La pobre niña (que debía estar acostumbrada porque ni lloraba ni nada) se acercó -¿habéis visto unas schanclas der Betii?
En fin un despropósito. Me daban ganas de haberles dicho ¡¡¡tomad el dinero de las dichosas chanclas y quitad vuestras sucias manos de mi sol!!


sábado, 10 de agosto de 2019

Primera vuelta


Estoy hoy día 10 de agosto de 2019 en Sanlúcar de Barrameda. Acabo de llegar de Portugal donde los grandes navegantes habían descubierto nuevas rutas circunnavegando África.
Desde la terraza que da la Calzada veo las cúpulas de las iglesias y el blanco convento de Capuchinos y sobre todo se elevan las araucarias salpicando aquí y allá el caserío como heraldos de la vinculación ultramarina de esta ciudad.
Como hoy es la conmemoración de la salida de Sevilla de las naves que dieron la primera vuelta al mundo todo cobra significación. Estos arboles vinieron de allende los mares. Aquí terminaron de pertrecharse las naos y salieron definitivamente para la gran epopeya. Como español me siento orgullosos de ello.
Desde la desembocadura del Guadalquivir evoco la memoria de los héroes y honro su audacia y valentía.
¡Luminosas almas, Salve!