Pilar me llama insistentemente. Yo le doy largas porque
estoy en mis cosas. Al final accedo con desgana.
Es para una tontería.
En el
baño ha colocado sobre la pared unas figuras de colores formando una ciudad. Me
asombro, me admiro, manifiesto incrédulo que lo haya hecho sola…
Ella está encantada de su obra y asegura que no le ha
ayudado su hermana mayor. Yo lo niego, ella lo corrobora.
Seguramente he pasado antes por ahí, y he visto los recortes
de plástico pegados a la pared como
todos los días después del baño, sin
fijarme que hoy, al menos para ella, tienen una disposición especial y le ha
dedicado mayor esfuerzo al diseño urbanístico. Y es verdad, en su pequeñez,
está bonito.
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