La semana pasada fue de órdago. Se me unieron una conferencia, una mesa redonda y dos demandas ineludibles.
Disfruté muchísimo con la representación del Elixir de Amor, de Donizetti en el Maestranza . Es una composición deliciosa, alegre, optimista, llena de candor, ingenuidad y bondad. Los personajes son simpáticos y la música una maravilla.
Es una opera belcantista, pero sin grandes alardes, digamos que, dentro de unos límites, bastante natural. Tan agradable y sencilla como el divertido argumento.
Me gustó especialmente la escenografía de Victor García Sierra, que además de escenógrafo es cantante, y traslada la trama al mundo del circo, con los personajes y el universo personalísimo del pintor Fernando Botero. Y lo hace creíble y fresco, es más parece que el propio Donizzeti, lo hubiese querido así.
Tanto García Sierra, como Yves Abel, director musical, estuvieron en la mesa redonda que moderé el jueves. Nunca deja de sorprenderme, la amabilidad y sencillez que habitualmente poseen estas personas, que tienen un prestigio internacionalmente reconocidos y un trato lo más alejado que pueda pensarse de la pedantería henchida del erudito.
Aquí dejo dos piezas memorables encontradas en internet.
Renata Scotto en la famosa escena del Prendi, en la que le da la carta a Nemorino. Fíjaos en como alarga la primera palabra, en el prendi, en la que le da no solo una carta sino que, con toda intencionalidad esta entregándose ella a su amado, y sobre todo la última nota prolongada, en un sostenido increíble, cristalino, eterno y memorable.
Y como no, el inefable Kraus en una furtiva lágrima, que hace que a todo el que le escuche se le escape otra.
¡Ah, hay entradas todavía!
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