lunes, 24 de noviembre de 2014
ENTRE DOS FUEGOS
Con mi paraguas, chispea levemente, voy por la Avenida, casi solitaria, a recoger a dos de mis hijos que vienen del futbol. (Oh, el Betis… qué desastre).
De pronto desde lejos un hombre me mira y lanza un grito estentóreo que me deja pasmado.
Miro a mí alrededor, un paseante a mi lado se sorprende también. Ambos nos damos cuenta de que aquel tipo está pirado.
Pero entonces el que camina junto a mí, se detiene allí, en medio de la calle, coge un fusil imaginario, apunta con gran precisión al tipo en cuestión y dispara con un ¡PUMM! atronador. Mi asombro ya no tuvo límites. Y continua, relatando, ¡valientes panda de gandules! ¡Si me dejaran, en 24 horas había terminado yo con todos!¡con la de armas que yo tengo en mi casa!
¡Glup! ¿pero quién está más loco, este o aquél?
Y qué pinto yo aquí, ¡###! ¡entre dos fuegos!
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No pintas más que lo habitual, o sea, la vida diaria es sorprendente si tuviéramos realmente tiempo de vivirla. En Berlín, en abril, una guapa chica algo pirada la tomó con nosotros en inglés (mi hija, 20 años, mi mujer y yo. No estaba mi hijo, 25, el único que realmente habla inglés con algo más que soltura después de un Erasmus satisfactorio en Helsinki) cuando bajamos del metro. Lo que más me sorprendió y fastidió fue que nos tomara por turistas superficiales que "degustaban" su barrio, ese barrio de Berlín tan cool. No sé si mi hija, muy concienciada socialmente, entendió lo que pasaba. En fin, la vida.
ResponderEliminarLo que cuentas es interesante, siempre lo es.
Un abrazo
Gracias, José Luis.
EliminarYa veo que, tanto en Alemania como aquí, hay gente "pa tó".
Un abrazo