Tengo los auriculares puestos y suena una música
de Debussy. Como no oigo nada de la
realidad, lo veo todo como en una película. Imágenes que se suceden al compás
de las notas. A través del balcón el sol espejea en las olas. Una boya roja,
otra verde flotan perezosamente. Un joven vigoroso nada adentrándose hacia el
horizonte brumoso de tanta luz, de tanto sol, de tanto verano. Una barca lanza
destellos y manda señales en morse
cuando el sol se refleja, ahora sí, ahora no, sobre su flanco. Me gustaría
saber qué dice.
La música es tan evocadora,
una flauta penetrante, unos violines, que duele. Todo está como parado,
retenido, irreal. Entran ganas casi de llorar al sentirse parte de esta
plenitud. Espectador y a su vez, partícula palpitante, actor, de este drama
apasionante que llamamos vida.
Bravo, bravo. Debussy, claro.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Claro, claro!
EliminarMuchas gracias. Un abrazo
Grandioso texto.
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ResponderEliminarMuchas gracias, Ángel. Un abrazo desde Sanlucar.