NO SIN MI PELOTA.
Manolito va a hacer la primera comunión el domingo. Está en pijama encima de mí. Le hablo de su importancia, de la suerte que tiene y de cómo tiene que llegar a ser santo.
Me mira asustado.
- Papá es que yo no quiero ser un santo.
Ahora el que me asusto soy yo.
Bueno- me dice- es que yo no quiero ser tan importante…
El pobre se ve ya en un altar todo aburrido y sin su balón. Le tranquilizo y le digo que puede ser perfectamente un santo futbolista.
Ahora, ya le parece mejor.
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