lunes, 2 de marzo de 2020

Niños y cuaresma

Primer viernes de cuaresma, Reyes y Manolo invitados a sendas barbacoas. Hamburguesas, filetes plancha, chorizos asados, hasta cordero. Uno se llevó su bocadillo de queso y la otra a base de pan y patatas fritas. A veces toca esto, que le vamos a hacer. Se lo ponen más difícil que a nosotros.

Santiago llega el sábado por la tarde de una competición de piragua, ha remado 3000 metros y está reventado. El miércoles de ceniza en el quinario le habían pillado para ir de acólito en la función que celebraba el arzobispo.
Cuando llega se ducha y se pone el pijama, se niega en redondo a ir. Ni amenazas ni premios le hacen desistir. Llamo para decir que no vamos, total habrá más monaguillos. Pero no. Es de los que va al lado del mitrado y no hay otros niños avisados. Vaya por Dios. Apelo a su responsabilidad y tras derramar lágrimas, se viste otra vez y nos vamos en bicicleta pitando. Llegamos, se pone el roquete en un santiamén y justo a tiempo. ¡Prácticamente todos esperando a que llegue el niño!
Una vez allí, entre los vapores de incienso me lanzaba desde el presbiterio una mirada de reconvención. ¡Total no fue para tanto la celebración sólo duro dos horas!






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