domingo, 22 de marzo de 2020

CUARENTENA IV

Hay momentos en que me siento culpable por disfrutar demasiado. Ayer llovía y tras el chaparrón, entre nubes oscuras salió el sol, y quedó la azotea iluminada con un aura dorada que cubría todo de una belleza irreal, 

Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.
(Rima X)

Becquer conocía bien esta luz de Sevilla...

Y este sentimiento de culpabilidad es, lógicamente, por la situación que atraviesan tantos. Me sobrecoge el hecho de tantos enfermos que mueren sin compañía, y son enterrados en plena soledad. Esos viejos a los que se les ha privado tras un larga vida de cogerse a las manos de sus hijos en el último momento, de ver los ojos de sus familiares, de que los suyos sean cerrados por una mano amiga. Es tremendo. El testimonios de los que no han podido despedir a sus propios padres es desgarrador.
Por eso me siento un privilegiado y soy consciente de ello, así se los transmito a mis hijos, que la verdad que llevan el encierro con bastante hidalguía, no se quejan y no hay trifulcas ni peleas graves. 

Aunque estamos aquí todo el día, entre el periodico, los wasap, la gimnasia, la comida, el telediario, las videollamadas, las películas, etc... es que no da tiempo de todo.
Ayer rezamos el rosario todos juntos, lo nunca visto. Eso que nos llevamos. Hicieron cookies de chocolate, olía toda la casa maravillosamente. Hoy hemos escuchado la misa de doce on line desde la parroquia de la Magdalena, celebrada por nuestro amigo Paco. Encendemos una vela y hasta echamos incienso. Pilar se entretiene más con el carbón y las cerillas que otra cosa, pero en fin, no pidamos peras al olmo...
Hoy he hecho unos macarrones con una salsa romescu o algo así (he mezclado mil ingredientes) que me han salido, debo decirlo, de escándalo. Mientras los preparo me trasiego dos buenas copas de tinto, que tonifica y fortalece, sin duda.

Durante todo el día nos van llegando las noticias del virus chino y nos damos cuenta del desastre de gobierno que tenemos, como han obviado toda medida de previsión cuando era aún factible, las declaraciones previas a la alarma, que circulan por las redes, de ministros, ministras, del de la rebequita, del filósofo, de la chica de Cabra, son demoledoras...uff, da miedo en que manos estamos... Leo que al medico jefe de de la prevención del cuerpo nacional de Policías, unos de los que en enero ya tomó medidas y alertó de esto que se nos venía encima, no sólo no se lo han agradecido si no que le han cesado en el cargo. ¡Qué tropa!
Esto no ha hecho más que empezar, pero bueno, paciencia.
Veremos tragedias terribles, recemos por todos.

Desde mi azotea escribo, el sol está bajo en el horizonte, los pájaros indiferentes a todo esto, cantan entre los tejados del Salvador, en el silencio de la plaza se oyen como nunca. Está todo un poco triste, un poco melancólico, pero teñido de una belleza también insólita, silenciosa, serena. Los rosales no entienden de cuarentena y bullen impacientes por abrirse. La vida sigue, amigos.
Hasta mañana.






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