La dedica Leonora a su amado, prisionero en una torre que ella ve desde el palacio de la Alfajería de Zaragoza.
Es puro belcantismo y la soprano catalana nos deleita con la perfección de su voz, con la agilidad y el legato perfecto. Fijaos como mantiene las notas finales... ¡Una belleza!
Del amor sobre las alas rosadas vete,
suspiro doliente;
del mísero prisionero
consuela la triste mente…
Como aurora de esperanza
refresca aquella estancia:
Despierta su memoria
a los sueños de amor
pero, ¡ay!, no vayas a decirle,
por descuido,
las penas de mi corazón.
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