Santiaguito se levanta saltando y se viene a nuestra cama. Es domingo por la mañana y todos sus hermanos están fuera. Ha amanecido como hijo único y está feliz.
Nos pide churros y desayunamos los tres juntos mojándolos en azúcar y Colacao.
No hay peleas por llevarse el último de la bandeja, ni se acusan entre sí ¡este es mío, tu has comido más, papá, ya lleva seis!
Todo es paz y armonía. Se escuchan las campanas de las torres cercanas.
¿Te imaginas que siempre fuese así?- le pregunto- tú de hijo único.
Se lo piensa, lo pensamos los tres, pero no. Optamos por lo otro. A pesar todo, preferimos el caos.
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