Hemos estado en el sur del sur. Las playas azules, soleadas y de arena fina, únicas. El faro de Trafalgar, la bahía tranquila y adormilada bajo el sol, me han traído a la memoria, como no, la gran batalla con la que concluyó el Imperio Español y comenzó el Británico. Bajo sus aguas reposan, navíos, cañones, marinos y héroes, que lucharon y murieron por sus patrias.
La playa de El Palmar, muy cercana,tenía un oleaje formidable, donde los niños, y el padre, he de confesarlo, nos hemos dejado llevar y hemos disfrutado de lo lindo.
La playa esplendida, ¡pero la ciudadanía, vaya con la ciudadanía! Parecía que habíamos regresado a una tribu primitiva, las mujeres parecían indigenas, sin pudor, ni rubor, ay, ni glamour. Los cuerpos de todos tatuados de manera variopinta y salvaje. Talmente como en África, tan cercana.
Tantos siglos de refinamiento en busca de una delicada artificiosidad que nos aleje del mono, tanto esfuerzo en pro de la "civilización" para acabar en este retroceso a "lo natural".
Oh, pobres ancestros nuestros, que lucharon con honor en estas playas. Sus nietos, forman una plebe inmensa, no sé si digna de tanto sacrificio...
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