martes, 30 de octubre de 2018

¡¡GRANDE MURILLO!!


 Sin nadie en la sala contemplé a mi antojo estas dos obras cumbres de Murillo. Están expuestas en el suelo y volverán a su sitio habitual en breve, a más de 10 metros de altura. Pertenecen al Hospital de la Santa Caridad, debido a sus más de cinco metros de longitud, el cabrón del mariscal Soult no las robó, como el resto de las obras que andan por los museos de todo el mundo.
Recién restauradas, es verdaderamente emocionante verlas así, sin gente, como si nos hubiéramos colado en el propio taller del pintor justo antes de su entrega a D. Miguel de Mañara.

Moises haciendo brotar el agua de la roca de Horeb

Multiplicación de lo panes y los peces
 Mientras uno bebe, el hermano o amigo le grita ¡déjame un poco, joé!
 El perro, la tinaja...
 El cacharro de cerámica trianera, el agua...



 El niño que trata de alcanzar la jarra de su madre, que bebe primero para poder calmar después a su hijo
 La alegría de la niña de las trenzas es de una ternura increíble, las manos gordezuelas, el brillo del pelo, el lazo rojo, las sandalias... es un retrato intemporal de la ingenuidad infantil.




Y no, no es Goya en la Pradera de San Isidro, es el mismo Murillo en una pincelada suelta, magistral, impresionista que describe la multitud hambrienta en la lejanía.






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