sábado, 17 de abril de 2021

Viardot en Sevilla o Sevilla en París.

Y de pronto se suspendió el tiempo y el instante se hizo eterno. Los que anoche estuvimos allí lo podemos contar. Cuando de la garganta de Leonor Bonilla se lanzaron, revoloteando en trinos, como bandadas de golondrinas que regresan, las notas que quedaron detenidas, flotando, aéreas, "avecillas paradas", sobre la sala, se hizo la magia, una caricia inefable nos envolvió a todos, se pararon los relojes, y pasamos a la cuarta dimensión. Todo es relativo ¿Cuanto tiempo duró? Amigos, hay cosas que no se miden por tiempo, ¿Cuánto tarda la ola del capote en romper en el albero en una verónica exacta? Un repertorio exquisito nos hizo trasladarnos a los salones decimonónicos. Estaba Leonor bellísima, tal nueva Viardot, entre porcelanas de Cantón, chales bordados sobre los pianos, bibelots, tapicerías de suntuosos brocados, papeles de Williams Morris, rosas en búcaros perfumadas, y lágrimas de cristal como las que corrían por nuestras mejillas. Allí estaba Chopin, reclinado, pálido, apoyado en el piano, Bizet, se sonreía, Turgueniev, cruzaba las piernas, indolente y el perfil aquilino de Lizt se recortaba al trasluz de las vidrieras emplomadas… Sí, estuvimos en el salón de Buogival, con Rossini, Delibes, Fauré… Con su belleza misteriosa, tal la de la hija de Manuel García, Leonor Bonilla recuperó, en Sevilla, la tierra origen de la saga musical más importante del siglo XIX, el tiempo perdido. Ha sido el primer recital de un ciclo que comenzó ayer. Curro Soriano ha hecho un esfuerzo ímprobo para conseguirlo. No sólo yo, Sevilla debe agradecérselo también. El pianista Carlos Aragón fue el acompañamiemto perfecto. Insuperable. Actos como los de ayer son los que nos hacen sentirnos orgullosos de pertenecer a la ASAO, eventos memorables como el ayer compensan los esfuerzos. Continuamos una línea que comenzó hace casi treinta años. Era Leonor una niña cuando en esta misma sala yo mismo le entregue hace unos años, el diploma que la acreditaba como la vencedora del Certamen de Nuevas Voces Ciudad de Sevilla. No iba descaminado el jurado de la ASAO, hoy esa promesa está cumplida, Leonor es profeta en su tierra. Gracias, Leonor, la nueva Viardot. Desde mi azotea quiero cubrir de flores tu estrado, azahar de Sevilla y camelias de las solapas de las levitas de los antiguos caballeros de París.

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