Ayer tuvimos la mesa redonda en el Maestranza, y hoy se estrena la opera
fascinante de Giordano.
Se trata de un espectáculo muy visual,
aquí si que habría que aplicar el termino tan usado de "espectacular"… salones
palaciegos, cabezas cortadas, pelucas empolvadas, trajes de seda, la plebe
sedienta de sangre, las pasiones mas descarnadas, el odio, el deseo, la lujuria
y como no el amor… el amor que todo lo sublima, como sublime es la música en
esas escenas delicadísimas en que los dos amantes se declaran sus mas íntimos
sentimientos en medio de una vorágine revolucionaria de terror y muerte.
El amor que sobrevuela como un el ala de
un ángel y transforma la oscura mazmorra en un lugar delicioso, donde los
amantes se elevan sobre la mezquindad de la vida real, como ocurre siempre con
el enamoramiento, porque el amor es ciego, ciertamente y solo ve lo que quiere
ver…
Es una obra donde la rueda de la fortuna
gira y convierte al criado en autoridad y a la delicada dama, cuyas manos níveas solo
habían tocado las marfileñas teclas del clave de taracea o asido las exquisitas
porcelanas de Limoges en la hora del té, en una joven temerosa, huida y en inminente
peligro. ¡Ay, la que vivía rodeada de cien lacayos y doncellas que cumplían el
mas mínimo de sus deseos apenas atisbado, ay, de la ingenua y bella Magdalena
de zapatos de raso, altos tocados de plumas y chales de finísimos encajes como
espumas sobre los hombros suaves de nácar. Ahora, la vemos descalza, miserable,
tomando un trozo de pan basto, comprado al precio del cuerpo voluptuoso de la
criada devota…
Esa tragedia de amor y guerra y venganza
y lujuria, de revolución y sincronizados pasos de minué, seguro que nos arrebatará
de nuevo, así lo esperamos… no duden, si aun no tienen su entrada en
adquirirlas porque la música, la pasión, la muerte, el duelo y la tragedia no
les van a defraudar.