Veo a Pilar, que come como una lima, atiborrándose con las patatas fritas. La conmino a que lo haga de manera más delicada y "propia de una señorita", como se decía antes.
-No te empujes las patatas con el dedo- le advierto, horrorizado, cuando veo como se introduce su pequeño índice en su boca, para que entren mejor, supongo.
Cual no será mi asombro cuando ahora veo como "se empuja" con el mango del tenedor.
Ah, claro (niña obediente) con los dedos no: ¡con los cubiertos!
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