Con su perfume dulce y profundo ha invadido las calles de la ciudad en este noviembre extrañamente cálido.
Cuando oscurece sale a pasear por las callejas y desde la profundidad de los patios exhala su aroma invadiendolo todo.
Camino a la luz de las farolas y mi sombra resuena entre los adoquines de oro viejo. No la veo pero ella me acompaña, me sigue, me invade, con sus efluvios narcóticos.
Subo a mi azotea a recoger la ropa tendida y al abrir la puerta el aire tibio y perfumado me recibe y flota sobre las torres iluminadas.
Me saluda y me encanta.
La dama de noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario