martes, 16 de julio de 2013

La novena


Archivo:Interior Sto Ángel (Sevilla).jpgEn la iglesia se abanican las beatas. ¡Ay Virgen del Carmen!, suspira aquella con su batita floreada.
Primer misterio- se escucha desde el atril y la salmodia se va destejiendo entre las naves oscuras.
Los ventiladores  trabajan incansables como abejas y zumban en la penumbra.
El sacristán va encendiendo las velas del altar. Se impregna el ambiente del olor a fuego, a pabilo quemado, a humo.
El calor hace adormecer a las viejas, algunas de las cuales de vez en vez, pegan un respingo y agitan fuertemente el abanico durante unos segundos, para volver al vaivén moroso de nuevo, en la siguiente avemaría. Se escuchan los dijes de las pulseras, las medallas y los collares contra el pecho.
Las devotas de la Hermandad llevan un gran escapulario marrón sobre sus vestidos ligeros de verano y ocupan los primeros bancos.
Ruega por nosotros, se escucha, ruega por nosotros. No se sabe si se contesta o se inicia la jaculatoria. Todo va unido en un bisbiseo maquinal.
El retablo ya está iluminado para la novena. Las flores blancas que adornan los altares con profusión expanden un olor untuoso, mortecinas y abrumadas por el calor de la tarde de julio.
El incensario pende en el presbiterio, humeante, a la espera del comienzo de la celebración y une su aroma al ajado de flores, cera y cerillas tiznadas, circundante.
Por las ánimas benditas…, por las intenciones del Papa…El Rosario apura su granazón.
La iglesia se ha ido llenando.
La Virgen está espléndida allí arriba, con su corona de fiesta, vestida para la ocasión, con un escapulario bordado profusamente, que le han regalado un grupo de parroquianos y estrena hoy. El niño lleva los zapatitos dorados de los días grandes y dos valiosos  jarrones de porcelana pintada, legados por algún devoto y que adornarían el estrado isabelino de alguna casa antigua, están repletos de nardos y rosas blancas a ambos lados de la imagen dieciochesca.
Si uno se fija bien, notará como la Virgen sonríe complacida, ante esos feligreses piadosos que rezan a sus pies, ante ese grupo de señoras que se abanican pensarosas ante su imagen, ante esos corazones que  vienen a dejar sus cuitas a sus plantas, en esas devociones humildes, sencillas, rituales, conmovedoras, que vienen practicando de toda la vida de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario