Limítense a escuchar. El filato pianissimo, las notas sostenidas hasta el infinito. Fíjense en el final. Increíble. Escúchenla con veneración. No exagero.
viernes, 30 de enero de 2015
HECHIZO DE LUNA
Preparando la conferencia que impartí el miercoles sobre Norma, encontré esta grabación. Fue un éxito de crítica y público ( la grabación).
Limítense a escuchar. El filato pianissimo, las notas sostenidas hasta el infinito. Fíjense en el final. Increíble. Escúchenla con veneración. No exagero.
Limítense a escuchar. El filato pianissimo, las notas sostenidas hasta el infinito. Fíjense en el final. Increíble. Escúchenla con veneración. No exagero.
jueves, 22 de enero de 2015
EL OJO DE LA AGUJA
Ayer me sorprendí apartando la aguja que iba a enhebrar para ver mejor. Ese gesto insignificante significa, no obstante, mucho. Supone traspasar una barrera.
Se me vino a la cabeza mi tata Dolores. Era mayor y hacía cosas para mí, niño de escasos años, incompresibles, como decirme que me agachase a recoger lo que se le caía del suelo, porque a ella le dolía la espalda, ¿a alguien le podía resultar costoso eso? o, como yo ayer, alejar la aguja para ensartarla en vez de, lo lógico para mis cinco años, acercársela más.
Mi tata Dolores, merece mis recuerdos por mucho más que por esta anécdota.
Qué mujeres esas, forjadas por una vida dura de lucha y hambre, que después de criar hijos propios, servían en casas ajenas y se entregaban a los de otros con una generosidad y cariño sin límites.
En mi casa, Dolores fue una institución. Ya jubilada, en su pisito de protección oficial, seguramente el primero y único con luz y agua corriente y bañera propia, tenía nuestras fotos de primera comunión junto a las sepia, de sus hijos, de grandes y asombrados ojos de guerra.
Hasta su muerte la acompañamos siempre, y aún la veo, en su mesa de camilla, con la copa de cisco picón, su toquilla de lana, su pelo cano, delante de una tele en color, junto a sus dos hermanas, viudas y añosas como ella, María y Manola. -Tomad unas magdalenas niños- nos decían y nos ponían un vaso de leche sobre la mesa verde de formica y patas de acero...e incluso nos daban un duro para chucherías, que nos apresurábamos a gastar en el puesto, que era la ventana del bajo de la casa de al lado.
Dolores, María, Manola, (qué nombres estos) ayer os recordé al enhebrar el hilo de la aguja.
Vosotras sencillas, buenas y pobres habréis pasado holgadamente por el ojo de ella.
Se me vino a la cabeza mi tata Dolores. Era mayor y hacía cosas para mí, niño de escasos años, incompresibles, como decirme que me agachase a recoger lo que se le caía del suelo, porque a ella le dolía la espalda, ¿a alguien le podía resultar costoso eso? o, como yo ayer, alejar la aguja para ensartarla en vez de, lo lógico para mis cinco años, acercársela más.
Mi tata Dolores, merece mis recuerdos por mucho más que por esta anécdota.
Qué mujeres esas, forjadas por una vida dura de lucha y hambre, que después de criar hijos propios, servían en casas ajenas y se entregaban a los de otros con una generosidad y cariño sin límites.
En mi casa, Dolores fue una institución. Ya jubilada, en su pisito de protección oficial, seguramente el primero y único con luz y agua corriente y bañera propia, tenía nuestras fotos de primera comunión junto a las sepia, de sus hijos, de grandes y asombrados ojos de guerra.
Hasta su muerte la acompañamos siempre, y aún la veo, en su mesa de camilla, con la copa de cisco picón, su toquilla de lana, su pelo cano, delante de una tele en color, junto a sus dos hermanas, viudas y añosas como ella, María y Manola. -Tomad unas magdalenas niños- nos decían y nos ponían un vaso de leche sobre la mesa verde de formica y patas de acero...e incluso nos daban un duro para chucherías, que nos apresurábamos a gastar en el puesto, que era la ventana del bajo de la casa de al lado.
Dolores, María, Manola, (qué nombres estos) ayer os recordé al enhebrar el hilo de la aguja.
Vosotras sencillas, buenas y pobres habréis pasado holgadamente por el ojo de ella.
lunes, 19 de enero de 2015
CURRO
Currito ya no es tal, sino Curro.
Primer nieto por ambas partes,
hubo un hiper entusiasmo, un desbordamiento de afectividad radiante, cuando
nació hace hoy dieciocho años.
Cuando después de veinte años vuelve un bebe a
la familia todo se renueva y saltamos un escalón, el generacional, que cambia
las perspectiva de toda la familia y su forma de estar en la vida, de padres a
abuelos, de hijos a padres, tío, en mi caso. Unos ascendimos a primera división
otros pasaron a segunda, una confortable e ilusionante segunda.
Me imagino, visto ahora, lo apabullante
que pudo llegar a ser para esos papás
desconcertados esos abuelos y tíos primerizos… qué de consejos,
recomendaciones, opiniones contradictorias.
Qué misterio es ese que une las
fecha, pues un día como hoy, murió mi abuela María. Yo tenía casi la edad de
Curro ahora, 19, y lo recuerdo nítidamente. Su presencia es perenne, por muchos
años que pasen y será un trozo de mi historia siempre, aunque cada vez se vaya
haciendo más pequeña la porción de la que ella formó parte.
Dieciocho años no es nada, y no
es nada ahora, con cuarenta y seis, para Curro, va la diferencia entre ser y no
ser y entre ser un niño y un hombre.
Este parpadeo, que pasó tan sin
darme cuenta, supone toda su vida que dejará marca indeleble en el resto de la muy larga que le
deseo.
Ahora comenzarán a correr los
años vertiginosamente.
¡Cuánto dura la etapa del colegio!
Cuando volvemos a este tras los años, notamos todo más pequeño, las mesas, los patios, la altura de
los techos… aunque en nuestro pensamiento seguirán del tamaño proporcional al
niño que fuimos. Así la etapa de la infancia, por muchos años que pasen, nos
parece inconmensurable, ácrona. ¿Será
porque estábamos todavía tan cerca de la eternidad anterior? ¿Será porque no
nos habíamos aun “desembarazado” del no tiempo? Qué largos veranos, qué cursos tan interminables…
Séptimos, Octavo, Primero de BUP… cada uno son distintos, identificamos sus
aulas, sus profesores, las materias que estudiamos, las vacaciones… ¿Cuántos
siglos caben en las horas de un niño? dijo con exacta
perspicacia Cernuda.
Currito, al que cogíamos en
nuestros brazos hace nada, el que sale en los vídeos gateando, al que mi padre
acogió con una ilusión y entrega inmensa, como
renuevo de olivo alrededor de su mesa, es ya el cumplimiento de un futuro. Este, poco antes de su
tremenda enfermedad, en espléndida madurez, ya lo veía, en la cuna, convertido en otro médico de la saga.
Curro es un niño, alto y delgado,
deportista, parece esculpido en mármol, cinturón negro de Judo y primer o
segundo Dan, o no sé exactamente, pero que significa que es la repera, y que si
te pasas te puede costar caro, aunque nadie más pacífico que él.
Sabe inglés, y francés y creo que
también español y saca unas notas estupendas.
Es ingenioso y algo socarrón y
sale de nazareno, ¡aquél trueno!, en las hermandades de sus familias, la Vera
Cruz y la Soledad.
Este año ha de pasar la
selectividad y, como sus abuelos, desea entrar en Medicina. Ambos, desde aquí y
desde allí, le apoyan.
Curro, entusiasta seguidor de
este blog, ya puede votar y sacarse el carnet de conducir por carretera, que el
de transitar por la vida lo lleva estudiando desde hace dieciocho años y lo irá
aprobando con creces, día a día, como hasta ahora y que sea, con la ayuda de
Dios, por muchos, muchos años más.
Felicidades.
martes, 13 de enero de 2015
REYES MAGOS
Qué patético resultaría ver a todos los padres colocando tres copitas de vino y turrón y poniendo caramelos en los zapatos y envolviendo regalos intentando no hacer ruidos, entre bolsas y papeles que suenan tremendamente en la noche, que risible sería si no fuera conmovedor. Porque son esas chorradas las que recordarán los niños toda su vida y repetirán, como yo lo hago, con los suyos. Y hasta allí, sutilmente, llegará el hilo de la ilusión ininterrumpida, que a mi padre ya le entregaron en su infancia.
Manolito ya me preguntó sobre la realidad de los Reyes antes de Navidad, yo le respondí como pude. Cumplió ya diez años, ay, el día de los inocentes y no le dije ni que sí, ni que no, si no todo lo contrario… no seré yo el que le saque de dudas, que tiempo tendrá...
Pero al final del día de Reyes el mismo se dio cuenta de la verdad.
Fueron muchas emociones juntas, excesivas sorpresas, demasiados sucesos extraordinarios.
Un camino de monedas de chocolate se iniciaba desde su almohada y guiaba a él y a sus hermanos desde sus habitaciones, curvándose por el vestíbulo hasta llegar a un salón repleto de paquetes de colores donde, como un tesoro, un gran bote de cristal con cientos de doblones se desparramaba por la alfombra…
La Playstation, tan deseada, sobre cuya posibilidad de encontrar al despertar dudaba, el Fifa 15, los juegos de la PSVita, las tablets y móviles de los hermanos mayores, (O tempora, o mores) la bicicleta de Santiago, el patinete doble de Pilar…
Un Cd (de los Cuarenta, qué remedio) con un letrerito firmado por Melchor, Gaspay Baltasar: “Para escucharlo en el coche” … -¿Pero Papá si el CD del coche no funciona?- y al llegar a éste para ir a casa de los abuelos, encontrar una radio flamante con un gran lazo…
Y el piano de casa de la abuela, que ya nadie toca, que transportaron mágicamente, sin que nadie lo notara a casa de su prima que ahora está en el conservatorio, y cuya foto le envío esta por WhatsApp acreditando el milagro…
Eso ya fue demasiado…
¡ Imposible papá, eso ya es imposible- al terminar el día ya lo tenía claro- los Reyes- exclamo totalmente convencido-
CÓMO VAN A SER LOS PADRES!
Manolito ya me preguntó sobre la realidad de los Reyes antes de Navidad, yo le respondí como pude. Cumplió ya diez años, ay, el día de los inocentes y no le dije ni que sí, ni que no, si no todo lo contrario… no seré yo el que le saque de dudas, que tiempo tendrá...
Pero al final del día de Reyes el mismo se dio cuenta de la verdad.
Fueron muchas emociones juntas, excesivas sorpresas, demasiados sucesos extraordinarios.
Un camino de monedas de chocolate se iniciaba desde su almohada y guiaba a él y a sus hermanos desde sus habitaciones, curvándose por el vestíbulo hasta llegar a un salón repleto de paquetes de colores donde, como un tesoro, un gran bote de cristal con cientos de doblones se desparramaba por la alfombra…
La Playstation, tan deseada, sobre cuya posibilidad de encontrar al despertar dudaba, el Fifa 15, los juegos de la PSVita, las tablets y móviles de los hermanos mayores, (O tempora, o mores) la bicicleta de Santiago, el patinete doble de Pilar…
Un Cd (de los Cuarenta, qué remedio) con un letrerito firmado por Melchor, Gaspay Baltasar: “Para escucharlo en el coche” … -¿Pero Papá si el CD del coche no funciona?- y al llegar a éste para ir a casa de los abuelos, encontrar una radio flamante con un gran lazo…
Y el piano de casa de la abuela, que ya nadie toca, que transportaron mágicamente, sin que nadie lo notara a casa de su prima que ahora está en el conservatorio, y cuya foto le envío esta por WhatsApp acreditando el milagro…
Eso ya fue demasiado…
¡ Imposible papá, eso ya es imposible- al terminar el día ya lo tenía claro- los Reyes- exclamo totalmente convencido-
CÓMO VAN A SER LOS PADRES!
viernes, 9 de enero de 2015
ILS SONT HÉROS
Que se caguen en tu puta madre está muy feo. Y algo parecido es lo que hacen determinadas revistas de humor burdo y grosero cuando se meten con la Iglesia y, supongo, que lo mismo sentirán los moros cuando se burlan de Mahoma, cuyas caricaturas a mí me dejan frío.
Pero cuando alguien está dispuesto a matar por estas ofensas, la desproporción es tan enorme, que el problema ya no es de los caricaturistas, que al jugarse la vida a sabiendas, se convierten en héroes, sino de los hijos de puta, que en este caso merecen automáticamente que se caguen en su puta madre.
Pero cuando alguien está dispuesto a matar por estas ofensas, la desproporción es tan enorme, que el problema ya no es de los caricaturistas, que al jugarse la vida a sabiendas, se convierten en héroes, sino de los hijos de puta, que en este caso merecen automáticamente que se caguen en su puta madre.
lunes, 5 de enero de 2015
Delicada pedagogía
Qué bonito los Reyes Magos, que tierno todo...
Ayer cuando pasaba el Heraldo Real, los niños les daban las cartas a los pajes y desde los caballos se lanzaban algunos caramelos. A la mujer de detrás (que llevaba una hora esperando, según decía y protestaba por la gente que se le ponía delante, porque ella no se quería bajar de la acera de ninguna manera)no le debieron de parecer muchos los que recibió tras tan larga espera y "dulcemente" consolaba a su hija de seis años, a la que asía de la mano- ¡No te preocupes hija, que ahora mismo vamos al Corte Inglés, compramos dos euros de caramelos y volvemos y se lo vamos a tirá en to la cara!
Ayer cuando pasaba el Heraldo Real, los niños les daban las cartas a los pajes y desde los caballos se lanzaban algunos caramelos. A la mujer de detrás (que llevaba una hora esperando, según decía y protestaba por la gente que se le ponía delante, porque ella no se quería bajar de la acera de ninguna manera)no le debieron de parecer muchos los que recibió tras tan larga espera y "dulcemente" consolaba a su hija de seis años, a la que asía de la mano- ¡No te preocupes hija, que ahora mismo vamos al Corte Inglés, compramos dos euros de caramelos y volvemos y se lo vamos a tirá en to la cara!
domingo, 4 de enero de 2015
Il sacco di Roma
Podemos, podremos, la prima, la crisis, la rentabilidad de los bonos, el tipo de interés de la deuda... pero la noticia, la verdadera y dramática noticia es la posibilidad de que se sustituyan por asfalto los adoquines seculares de las calles de Roma.
Se recuperará la confianza, subirán de nuevo las bolsas... pero quién nos devolverá la luz reflejada en el basalto gastado de la historia, dónde hallaremos de nuevo la belleza que nos roban.
http://www.abc.es/estilo/gente/20150104/abci-roma-dividida-batalla-sampietrini-201501040051.html
Se recuperará la confianza, subirán de nuevo las bolsas... pero quién nos devolverá la luz reflejada en el basalto gastado de la historia, dónde hallaremos de nuevo la belleza que nos roban.
http://www.abc.es/estilo/gente/20150104/abci-roma-dividida-batalla-sampietrini-201501040051.html
viernes, 2 de enero de 2015
AÑO NUEVO
Nada más comenzar el año me hicieron soplar. De madrugada con el coche cargado de niños medio dormidos. No llevaba documentación pues al cambiar el abrigo (qué sólo me pongo una vez al año) por la cazadora, la cartera se quedó en uno de los múltiples bolsillo de esta. La respuesta del guardia a mi mirada inquisitiva fue clara y rotunda: 0;0.
No era para menos, tras los ejercicios realizados después de las uvas. Valses, pasodobles, Féliz Navidad y Jingles Bells de Boney M, el humo ciega tus ojos de los Platters. Todo muy actual… lo más, un disco de vinilo, original de Super Trouper que rulaba por casa de mis padres, y que, en un rapto de modernidad pedí a los Reyes, allá por los años…
Momentos:
Manolito, con su plato de uvas:- me pongo a tu lado Papá, para darte el primer beso del año. ¡Impagable! (y continuaba- y gritar ¡Viva el Betis!-)
Un vals de Strauss bailado con mi hija Reyes, que por primera vez, lo hacía a compás, y muy bien, ella sola, sin que yo la tuviera que cogerla en brazos como antes.
Un Only You, con las luces semi apagadas, muy lento, con la madre de esta.
Mi madre enseñando a sus nietas a bailar unas canciones de los Tres Sudamericanos, de un disco auténtico también, que rescatamos de casa de mi abuela cuando se cerró. El movimiento sincopado de hombros y brazos al estilo de Conchita Velasco, era inimitable… las copias actuales no consiguieron igualar al original…
En fin, lo poco que había bebido era ya cosa del año pasado, y soplé como un señor.
No era para menos, tras los ejercicios realizados después de las uvas. Valses, pasodobles, Féliz Navidad y Jingles Bells de Boney M, el humo ciega tus ojos de los Platters. Todo muy actual… lo más, un disco de vinilo, original de Super Trouper que rulaba por casa de mis padres, y que, en un rapto de modernidad pedí a los Reyes, allá por los años…
Momentos:
Manolito, con su plato de uvas:- me pongo a tu lado Papá, para darte el primer beso del año. ¡Impagable! (y continuaba- y gritar ¡Viva el Betis!-)
Un vals de Strauss bailado con mi hija Reyes, que por primera vez, lo hacía a compás, y muy bien, ella sola, sin que yo la tuviera que cogerla en brazos como antes.
Un Only You, con las luces semi apagadas, muy lento, con la madre de esta.
Mi madre enseñando a sus nietas a bailar unas canciones de los Tres Sudamericanos, de un disco auténtico también, que rescatamos de casa de mi abuela cuando se cerró. El movimiento sincopado de hombros y brazos al estilo de Conchita Velasco, era inimitable… las copias actuales no consiguieron igualar al original…
En fin, lo poco que había bebido era ya cosa del año pasado, y soplé como un señor.