UNA CENA SIMPÁTICA
Cuando llegaron los invitados, la casa estaba deliciosamente en calma…
Las luces indirectas, la música de fondo, las velas encendidas, grandes ramos de flores de naranjo y las rosas recién cortadas de las macetas de la azotea, en pequeñas jarras de cristal, entre las mesas blancas de manteles de lino…
A través de los balcones la Iglesia del Salvador lucía, iluminada, y la Giralda resaltaba, de oro, sobre la noche, lejana…
Los niños, en pijama, limpitos y risueños, estaban en la salita de arriba, silenciosos, viendo una peli.
Todo era paz, armonía, delicadeza y encanto…
Y yo pensaba, recibiendo los halagos de los amables amigos, que tenían que haber estado sólo una hora antes en el mismo escenario.
La cocina era un campo de batalla, donde Reyes trataba de poner orden: las bandejas, la carne por partir, la mayonesa, la salsa de no sé qué, y el sunami, o sachusí o yo que sé…de salmón frio, cuya salsa de soja yo debía de acabar.
Reyes e Ignacio gritaban, porque nos estaban “ayudando” con el mousse de limón, y no llegaron a las manos porque yo llegué a tiempo, mientras los dos pequeños, subidos en las sillas asomaban sus cabezas por encima de los hombros de los demás empujándoles. ¡Que no eches más yogur, que yo exprimo el limón, quítate, déjame a mí…!
Hasta que dando un grito tremendo, mandé a todos a sus cuartos castigados, ¡Y tú también Manolo, que te he dicho mil veces que no juegues al futbol delante del espejo!
¡Qué ejemplo estáis dando, qué desobediencia, en vez de ayudar lo ponéis todo patas arriba, estaréis contentos!- Su madre y yo relatábamos a punto del colapso.
-Yo no he hecho nada, ha sido culpa de…- y se acusaban unos a otros.- ¡TODOS, HABEIS SIDO TODOS!- clamaba yo. -¡Venga los pijamas! ¡venga fuera de la cocina!-
Reyes- agotada- y aún no sé ni que me voy a poner, se quejaba- y yo, hasta el gorro, sin afeitar, sin duchar y a treinta minutos de la hora hache.
En fin, un desconcierto total…Era el caos, la vorágine, el vórtice de un huracán…
Nos arreglamos deprisa, a mi no sirvió de mucho, pero Reyes, salió esplendida (unos minutos le bastaron) con unos pantalones muy estilosos (sic) de colorines, que la primera vez que yo vi creí que era un pijama, pero que en conjunto, una vez acostumbrados, tienen su aquel…
En fin a la hora en punto, la casa era una balsa de aceite..
Los invitados iban llegando…
¡Oh, que bonito, que bién, que agradable…!
Reyes y yo sonreímos, los niños arriba callaban, y yo pensaba para mí:
¡Si yo te contará!
lunes, 31 de marzo de 2014
miércoles, 26 de marzo de 2014
SUÁREZ
Admirable:
Yo destaco, entre muchos, tres momentos:
Cando le dice a su hijo, aún en el colegio, que está amenazado de ser secuestrado por ETA y que llegado el caso, no podrá hacer nada por evitar su muerte, ya que no está dispuesto a transigir con los asesinos.
Cuando se quedó sentado en el escaño, afrontando su posible muerte ante los disparos de los golpistas, en un hemiciclo aparentemente vacío. Épico.
Su comportamiento abnegado, de amorosa entrega, en la larga enfermedad de su mujer.
Así se comportan los hombres.
Admirable:
Yo destaco, entre muchos, tres momentos:
Cando le dice a su hijo, aún en el colegio, que está amenazado de ser secuestrado por ETA y que llegado el caso, no podrá hacer nada por evitar su muerte, ya que no está dispuesto a transigir con los asesinos.
Cuando se quedó sentado en el escaño, afrontando su posible muerte ante los disparos de los golpistas, en un hemiciclo aparentemente vacío. Épico.
Su comportamiento abnegado, de amorosa entrega, en la larga enfermedad de su mujer.
Así se comportan los hombres.
lunes, 24 de marzo de 2014
Estamos siempre atareados y no solemos escuchar a los niños como se merecen.
Pilar se viene a nuestra cama la mañana del Domingo y entre la modorra, charla y charla sin parar y nosotros podemos escuchar largo y tendido.
…y va soltando perlas y palabras estupendas que se inventa a sus cinco añitos.
Así, hablando de las macetas de la azotea nos explica que hay flores que se "marchitan" (oh, que culta pensamos) y otras que "desesnacen" (sic) ¿Cómo?- me despierto un poco y pregunto- esto es, que se mueren, ¿no?- y me contesta- no que va, sino que vuelven a sus hojitas verdes otra vez.
Yo me pasmo. Es verdad que tenemos un arbusto de flores moradas, cuyo nombre desconozco, y cuyas flores se abren por el día y se cierran por la noche, pasando del malva al verde a la puesta de sol. Efectivamente, esas flores, y ella lo sigue repitiendo tan natural, desesnacen papá, desesnacen...
Durante el desayuno, mientras me hago las tostadas ,yo en pijama y adormilado, ella, dale que te pego, se ha soltado y no la interrumpo.
Algo ha dicho correctamente y yo la alabo, no recuerdo qué, y ella dice muy ufana, claro, papá, es que yo "me atrevo a pensar"(sic).. y por eso me salen bien las cosas y como me atrevo a pensar -continua- cuando sea mayor me atreveré a pensar... ¡qué ropa ponerme!
Pilar se viene a nuestra cama la mañana del Domingo y entre la modorra, charla y charla sin parar y nosotros podemos escuchar largo y tendido.
…y va soltando perlas y palabras estupendas que se inventa a sus cinco añitos.
Así, hablando de las macetas de la azotea nos explica que hay flores que se "marchitan" (oh, que culta pensamos) y otras que "desesnacen" (sic) ¿Cómo?- me despierto un poco y pregunto- esto es, que se mueren, ¿no?- y me contesta- no que va, sino que vuelven a sus hojitas verdes otra vez.
Yo me pasmo. Es verdad que tenemos un arbusto de flores moradas, cuyo nombre desconozco, y cuyas flores se abren por el día y se cierran por la noche, pasando del malva al verde a la puesta de sol. Efectivamente, esas flores, y ella lo sigue repitiendo tan natural, desesnacen papá, desesnacen...
Durante el desayuno, mientras me hago las tostadas ,yo en pijama y adormilado, ella, dale que te pego, se ha soltado y no la interrumpo.
Algo ha dicho correctamente y yo la alabo, no recuerdo qué, y ella dice muy ufana, claro, papá, es que yo "me atrevo a pensar"(sic).. y por eso me salen bien las cosas y como me atrevo a pensar -continua- cuando sea mayor me atreveré a pensar... ¡qué ropa ponerme!
martes, 18 de marzo de 2014
Aniversario
Está Sevilla esta tarde esplendida. El cielo no puede ser más azul, el aire es tibio y el olor a azahar lo invade todo, absolutamente todo. De tan bella parece un tópico. He ido a correr cerca del río, los remeros, los barcos, la gente en camiseta tumbada al sol disfrutando de la primavera temprana.
Después fui al convento de mi hermana. Me regalan una bolsa de naranjas y limones recién cogidos del huerto. Orondas y jugosas. Seguro que esas frutas que han madurado en la paz y el sosiego del claustro son más sabrosas, por lo menos a mi me lo parecen cuando me las tomo.
Cuando voy a por ellas espero en el zaguán, en penumbra, donde una Inmaculada de escayola en su hornacina nos da la bienvenida, siempre rodeada de flores de temporada y macetas, que la hermana tornera cultiva en el jardín para Ella, nardos del huerto, las blancas flores del naranjo recogidas de las que caen en los alcorques, las fresias, cuyo olor nos invade dulcemente...
Los niños han tomado helados para la cena y patatas fritas especiales de una marca que les encanta, porque es nuestro aniversario, por ello han podido tomarse hasta dos cucuruchos seguidos...
Reyes y yo hemos salido dando un paseo mágico, caminando hasta la calle Mateos Gago, hemos parado en "La Azotea", este pequeño bar es claramente recomendable, el steak tartara estaba de muerte y el ajo blanco con guarnición y, no es una errata, Peta Zeta, que explota en la boca...sorprendente.
Pero lo mejor, sin duda, volver despaciosamente, pasar bajo la Giralda y la Catedral iluminadas, inmensa, recortadas nítidamente sobre la noche profunda, casi irreales, los naranjos en sazón, la luna menguante y el silencio, roto sólo por una guitarra que a lo lejos toca sutilmente un músico callejero...
Mientras escribo esto, me llega todavía, el olor de los naranjos de la plaza por el balcón abierto y todos duermen tranquilamente. ¿Que más se puede pedir?
Después fui al convento de mi hermana. Me regalan una bolsa de naranjas y limones recién cogidos del huerto. Orondas y jugosas. Seguro que esas frutas que han madurado en la paz y el sosiego del claustro son más sabrosas, por lo menos a mi me lo parecen cuando me las tomo.
Cuando voy a por ellas espero en el zaguán, en penumbra, donde una Inmaculada de escayola en su hornacina nos da la bienvenida, siempre rodeada de flores de temporada y macetas, que la hermana tornera cultiva en el jardín para Ella, nardos del huerto, las blancas flores del naranjo recogidas de las que caen en los alcorques, las fresias, cuyo olor nos invade dulcemente...
Los niños han tomado helados para la cena y patatas fritas especiales de una marca que les encanta, porque es nuestro aniversario, por ello han podido tomarse hasta dos cucuruchos seguidos...
Reyes y yo hemos salido dando un paseo mágico, caminando hasta la calle Mateos Gago, hemos parado en "La Azotea", este pequeño bar es claramente recomendable, el steak tartara estaba de muerte y el ajo blanco con guarnición y, no es una errata, Peta Zeta, que explota en la boca...sorprendente.
Pero lo mejor, sin duda, volver despaciosamente, pasar bajo la Giralda y la Catedral iluminadas, inmensa, recortadas nítidamente sobre la noche profunda, casi irreales, los naranjos en sazón, la luna menguante y el silencio, roto sólo por una guitarra que a lo lejos toca sutilmente un músico callejero...
Mientras escribo esto, me llega todavía, el olor de los naranjos de la plaza por el balcón abierto y todos duermen tranquilamente. ¿Que más se puede pedir?
jueves, 13 de marzo de 2014
viernes, 7 de marzo de 2014
El miércoles de ceniza en Sevilla poco tiene de fúnebre o de gris.
Para el sevillano es el día del comienzo del gozo.
Cuando te cae la ceniza sobre la nariz, ya sabes que quedan cuarenta días para el Domingo de Ramos y ese Domingo en Sevilla es casi de Resurrección.
Ahora las tardes se van alargando sensiblemente. Tras las nubes de febrero, nos ha sorprendido la tibieza anaranjada del ocaso del día, que se resiste a irse tras los cerros del Aljarafe.
Algunos naranjos, muy tímidos, tienen unos pequeños pomos blancos, muy apretados aún, y entre las hojas verdes, una, lo más dos flores primerizas. Ese olor que se siente, breve, casi imperceptible en un rincón del callejón oscuro o de la plaza pequeña es un pregón de gloria.
Y el incienso que vende el tío de la esquina todo el año, en su puestecillo, ahora huele de otra manera.
Y se agolpan todas las sensaciones de tantos años, de tantas semanas santas vividas. Todas las emociones afloran de una vez y te dejan inerme.
Me río de la magdalena de Proust ante una ínfima vaharada de incienso o azahar en esta Sevilla de Cuaresma.
Y transcurrirán los días y la Ciudad se irá desperezando lenta, indefectiblemente, para que, cuando llegue el momento exacto, con la primera Cruz de Guía, crucemos el umbral de la puerta y entremos a la eternidad del tiempo detenido otra vez.