viernes, 27 de septiembre de 2013
Siempre a sus pies
No hay cosa más conmovedora que ver los zapatitos de un niño. Cuando están bien colocados a los pies de su cama, preparados para el día siguiente, o las pequeñas zapatillas de fieltro, tan minúsculas. Además cuando se ven esos zapatos gastados, ves la cara de su dueño. La forma de sus pies está marcada. Cuando no están en casa, su calzado en miniatura nos lo hacen presente de una manera muy intensa. Dan ganas de besarlos.
Pero lo que nunca deja de llenarme de ternura es ver a los pequeños con los zapatos puestos al revés.
Aparecen tan ufanos, orgullosos de haberse vestido "solos", con gran diligencia, ilusionados,sin la menor conciencia de su error.
Entonces nos damos cuenta de la ingenuidad, la inocencia, la indigencia absoluta del niño; de la responsabilidad de un padre. Están en nuestras manos. Nosotros a sus pies.
lunes, 23 de septiembre de 2013
Nuevo lenguaje
Manolito viene renegando porque su madre le insta a hacer los deberes (el dice que no tiene): Las "flipaciones" de mamá- dice- Es una "motivá".
No sé si hay que reñirle o no. Por el tono me temo que sí, pero pregunto:
¿Qué es eso de "motivá", niño?
-Pos máma, que se cree mu chulita, que es una flipá. Eso es lo que significa-
¡Ea, pues ya me he enterado!
No sé si hay que reñirle o no. Por el tono me temo que sí, pero pregunto:
¿Qué es eso de "motivá", niño?
-Pos máma, que se cree mu chulita, que es una flipá. Eso es lo que significa-
¡Ea, pues ya me he enterado!
sábado, 21 de septiembre de 2013
EL CASO FAISÁN
Santiago está aprendiendo a leer. Es fascinante, divertido y a veces desesperante también.
En la página de la de la “h”, comienza muy ligero,: "helado", "hueso", "hilo" -todo sin titubear- "bruja".
¡Ay, te pillé, era un “hada”!
En la de la “f” lee: "foto", "Felipe y Felisa" y bajo un dibujo de un ave (que puede ser cualquier cosa) pronuncia con gran dificultad: ffffa……iii………ssssán.
Ahora -le digo- léelo de un tirón, y efectivamente, muy orgulloso y de una sola vez dice: ¡paloma!
El ya sabía que era una paloma, así que lo mismo le daba lo que pusiese debajo.
Tampoco hay que extrañarse, cuantas veces, a quien no le gusta la realidad palmaria se la inventa a su gusto. Los nacionalistas, sin ir más lejos
En la página de la de la “h”, comienza muy ligero,: "helado", "hueso", "hilo" -todo sin titubear- "bruja".
¡Ay, te pillé, era un “hada”!
En la de la “f” lee: "foto", "Felipe y Felisa" y bajo un dibujo de un ave (que puede ser cualquier cosa) pronuncia con gran dificultad: ffffa……iii………ssssán.
Ahora -le digo- léelo de un tirón, y efectivamente, muy orgulloso y de una sola vez dice: ¡paloma!
El ya sabía que era una paloma, así que lo mismo le daba lo que pusiese debajo.
Tampoco hay que extrañarse, cuantas veces, a quien no le gusta la realidad palmaria se la inventa a su gusto. Los nacionalistas, sin ir más lejos
martes, 17 de septiembre de 2013
Al pie de la letra
Veo a Pilar, que come como una lima, atiborrándose con las patatas fritas. La conmino a que lo haga de manera más delicada y "propia de una señorita", como se decía antes.
-No te empujes las patatas con el dedo- le advierto, horrorizado, cuando veo como se introduce su pequeño índice en su boca, para que entren mejor, supongo.
Cual no será mi asombro cuando ahora veo como "se empuja" con el mango del tenedor.
Ah, claro (niña obediente) con los dedos no: ¡con los cubiertos!
-No te empujes las patatas con el dedo- le advierto, horrorizado, cuando veo como se introduce su pequeño índice en su boca, para que entren mejor, supongo.
Cual no será mi asombro cuando ahora veo como "se empuja" con el mango del tenedor.
Ah, claro (niña obediente) con los dedos no: ¡con los cubiertos!
lunes, 16 de septiembre de 2013
¿Qué tiene que ver el helado de turrón de Mercadona con la guerra de Siria?
Estaba sirviendo el helado en sus cuencos de cristal. ¡Umm! Los niños lo rociaban de caramelo líquido por encima. Ahora me tocaba a mí. El postre delicioso me hacía la boca agua.
Ignacio interrumpió y dijo que había recibido un mensaje. El Papa –dice- ha convocado una jornada de oración y ayuno esta tarde para evitar la guerra en Siria.
¡Glup!
No me serví el helado.
“Misiles norteamericanos apuntan 50 objetivos sirios, en un ataque inminente”, se leía en la primera página del periódico doblado en la mesa de la cocina.
Por la tarde millones de personas en todo el mundo oraron junto al humilde Francisco. Las monjas en sus ocultos conventos, los feligreses en las misas, la gente normal y corriente en sus casas. El Gran Muftí de Damasco, el kiosquero de la esquina, el patriarca ecuménico de Constantinopla, la médico del hospital de guardia, el líder del sindicato Solidaridad, Lech Walesa, el viejo sentado en el banco del parque…
Poca cosa en realidad, sin grandes aspavientos, ni alharacas.
Personalmente, he de decir, no tenía claro si era mejor o no la intervención de EEUU. En todo caso, sabía que la oración no caería en saco roto
A los pocos días la noticia:
“Rusia y EEUU llegan a un acuerdo para resolver el problema de las armas químicas en Siria”.
“El ministro insistió en que Siria cumplirá, pero que lo más importante es que se ha evitado una guerra que podía amenazar a todo Oriente Medio.”
Es pequeña cosa, minúscula, una gota de agua en al mar, pero, pienso, algo une, misteriosamente, una cucharadita de helado de turrón y los tomahawks norteamericanos…
Ignacio interrumpió y dijo que había recibido un mensaje. El Papa –dice- ha convocado una jornada de oración y ayuno esta tarde para evitar la guerra en Siria.
¡Glup!
No me serví el helado.
“Misiles norteamericanos apuntan 50 objetivos sirios, en un ataque inminente”, se leía en la primera página del periódico doblado en la mesa de la cocina.
Por la tarde millones de personas en todo el mundo oraron junto al humilde Francisco. Las monjas en sus ocultos conventos, los feligreses en las misas, la gente normal y corriente en sus casas. El Gran Muftí de Damasco, el kiosquero de la esquina, el patriarca ecuménico de Constantinopla, la médico del hospital de guardia, el líder del sindicato Solidaridad, Lech Walesa, el viejo sentado en el banco del parque…
Poca cosa en realidad, sin grandes aspavientos, ni alharacas.
Personalmente, he de decir, no tenía claro si era mejor o no la intervención de EEUU. En todo caso, sabía que la oración no caería en saco roto
A los pocos días la noticia:
“Rusia y EEUU llegan a un acuerdo para resolver el problema de las armas químicas en Siria”.
“El ministro insistió en que Siria cumplirá, pero que lo más importante es que se ha evitado una guerra que podía amenazar a todo Oriente Medio.”
Es pequeña cosa, minúscula, una gota de agua en al mar, pero, pienso, algo une, misteriosamente, una cucharadita de helado de turrón y los tomahawks norteamericanos…
martes, 10 de septiembre de 2013
¡Al colegio, otra vez!
Me ha recordado la anécdota, tan graciosa, de esa madre que, a regañadientes, consigue elaborar trabajosamente a su hijo el dichoso disfraz de castor, que le han mandado en el cole. Y cuál no sería su sorpresa cuando, al día siguiente, en el coche, el niño, con todos los avíos puesto, se pone a cantar muy contento : ¡A Belén castores, a Belén chiquito..!
Pues así, mi hija Pilar en su primer día, en parvulitos.
Viene diciendo que mañana ha de traer unos tacones para aprender a contar. ¿Cómo? - Sí, sí, mamá-, reitera ante la extrañeza de ésta - ¡Unos tacones!
Será que contarán los pasos contra el suelo y así suenan mejor, o vete a saber – comentamos su madre y yo ante las nuevas técnicas pedagógicas que no dejan de asombrarnos.
Pero menos mal que hemos leído un correo de bienvenida de la profesora, en el que advierte de la conveniencia de que los niños lleven a clase unos ¡tapones! para aprender a contar, de botellas de Coca-Cola, leche…
Pobre hija mía, a un tris ha estado de aparecer en clase con sus tacones de flamenca, que ya su madre estaba buscando en el altillo. ¡Si lo mandan en el colegio…!
Y allí que iría Pilarita muy ufana, faltaría más ¡con dos tacones!
Pues así, mi hija Pilar en su primer día, en parvulitos.
Viene diciendo que mañana ha de traer unos tacones para aprender a contar. ¿Cómo? - Sí, sí, mamá-, reitera ante la extrañeza de ésta - ¡Unos tacones!
Será que contarán los pasos contra el suelo y así suenan mejor, o vete a saber – comentamos su madre y yo ante las nuevas técnicas pedagógicas que no dejan de asombrarnos.
Pero menos mal que hemos leído un correo de bienvenida de la profesora, en el que advierte de la conveniencia de que los niños lleven a clase unos ¡tapones! para aprender a contar, de botellas de Coca-Cola, leche…
Pobre hija mía, a un tris ha estado de aparecer en clase con sus tacones de flamenca, que ya su madre estaba buscando en el altillo. ¡Si lo mandan en el colegio…!
Y allí que iría Pilarita muy ufana, faltaría más ¡con dos tacones!
martes, 3 de septiembre de 2013
Tourist information
Los cocheros de caballo son pintorescos en sus explicaciones. Hoy iba en bici detrás de uno y escuchaba lo que decía a los turistas:
Y aquí a su izquierda la Casa de la Moneda, de frente la Torre de la Plata y al fondo la del Oro. Aquí, a su derecha, la Casa de los Horrores...
-¿?
Efectivamente, allí se levantaba el enorme y mamotrético edificio de
¡HACIENDA!.
Y aquí a su izquierda la Casa de la Moneda, de frente la Torre de la Plata y al fondo la del Oro. Aquí, a su derecha, la Casa de los Horrores...
-¿?
Efectivamente, allí se levantaba el enorme y mamotrético edificio de
¡HACIENDA!.
lunes, 2 de septiembre de 2013
¡SOLO ANTE EL PELIGRO!
Acabo de comenzar mi semana de “vacaciones” que bien podríamos llamar “SOLO ANTE EL PELIGRO”.
La chica de servicio se ha ido un mes a Bolivia. Sin ayuda en casa, Reyes ya ha empezado a trabajar, y yo he de lidiar con los cinco todas las mañanas hasta que empiece el cole el próximo lunes.
Me gustaría estar en Paris, con ellos, paseando por la ciudad y viendo museos, (en Disney no, me aterra) o en los Pirineos haciendo excursiones por la montaña, o en el camino de Santiago, entre iglesias románicas, arboles y fronda…pero no, me he de conformar con la Híspalis de siempre.
La verdad que me he de consolar con la belleza de las pequeñas cosas, ya que las grandes han de esperar.
El desayuno en la azotea ha sido magnífico. Fresquito, la Giralda recién dibujada, los jazmines mañaneros repletos de flores. Al principio he tomado el café yo sólo y poco a poco han ido apareciendo caras dormidas y despeinadas, en pijamas.
Hemos tomado tostadas de un pan recién hecho que Reyes dejó en la portería antes de irse a la farmacia, y Cola-Cao y jamón con aceite. Hemos disfrutado todos. Yo leía mientras tanto. Después he barrido las hojas de la noche, restos de la buganvilla y los jazmines. En el recogedor la escoba ha amontonado una verdadera “naturaleza muerta”.
Ese ha sido todo mi relax. Ya ha empezado lo bueno. Recoger el desayuno, hacer camas ¡Seis!, gritar ¡quien no ha tirado de la cisterna…! En fin, lo propio para meter en vereda a cinco salvajes…
Han comenzado las peleas… Ignacio quiere bajar a ver a su amiga del segundo piso que acaba de llegar del veraneo, los chicos lloran porque también. Finalmente logra escaparse ¡uno menos!. Mientras juegan con la Wii, aprovecho para limpiar los retretes con las escobillas y amoniaco y oigo llantos y gritos en la salita de arriba…De pronto entre gritos escucho a mi hijo Manolito, que es un rubio pecoso, con una cara de lo más gracioso, y que parece un muñequito un “me cago en tu ….. madre”. Me quedo tan espantado que no puedo ni reaccionar, con la escobilla todavía en la mano, como una estatua. Inmediatamente subo las escaleras como un ogro. Se hace el silencio. Aunque se opone tenazmente, logro propinar al rubio pecoso un bofetón en la boca, menor de lo que yo quisiera, ya que encoge la cabeza, pero en fin…al menos ha quedado aterrado de la magnitud de su falta. Bramo, diciendo que jamás vuelva a oír cosa semejante en esta casa,- si tu hermano te pega con un palo- grito, como parece que hizo Santi,- todo lo más que se puede decir es ¡caramba!
Llora, lo mando a su habitación, la culpa es de Santi- sigue diciendo.
Ahora voy haciendo camas. Al poco Manolito, llega lloroso, muy arrepentido, me pide perdón entre hipidos…¡es que tú no sabes lo que me ha hecho Santi! -Bueno, bueno,- le calmo. Me da un abrazo y yo me lo como a besos, claro, aunque le hago prometer que jamás dirá imprecaciones horribles de ese tenor hasta que no cumpla por lo menos cincuenta años…
Me pongo a continuar con las camas, menos mal que ahora en verano no hay mantas…
Escribo esto en cinco minutos de paz y sigo…
Ya iré contando (si sobrevivo).
La chica de servicio se ha ido un mes a Bolivia. Sin ayuda en casa, Reyes ya ha empezado a trabajar, y yo he de lidiar con los cinco todas las mañanas hasta que empiece el cole el próximo lunes.
Me gustaría estar en Paris, con ellos, paseando por la ciudad y viendo museos, (en Disney no, me aterra) o en los Pirineos haciendo excursiones por la montaña, o en el camino de Santiago, entre iglesias románicas, arboles y fronda…pero no, me he de conformar con la Híspalis de siempre.
La verdad que me he de consolar con la belleza de las pequeñas cosas, ya que las grandes han de esperar.
El desayuno en la azotea ha sido magnífico. Fresquito, la Giralda recién dibujada, los jazmines mañaneros repletos de flores. Al principio he tomado el café yo sólo y poco a poco han ido apareciendo caras dormidas y despeinadas, en pijamas.
Hemos tomado tostadas de un pan recién hecho que Reyes dejó en la portería antes de irse a la farmacia, y Cola-Cao y jamón con aceite. Hemos disfrutado todos. Yo leía mientras tanto. Después he barrido las hojas de la noche, restos de la buganvilla y los jazmines. En el recogedor la escoba ha amontonado una verdadera “naturaleza muerta”.
Ese ha sido todo mi relax. Ya ha empezado lo bueno. Recoger el desayuno, hacer camas ¡Seis!, gritar ¡quien no ha tirado de la cisterna…! En fin, lo propio para meter en vereda a cinco salvajes…
Han comenzado las peleas… Ignacio quiere bajar a ver a su amiga del segundo piso que acaba de llegar del veraneo, los chicos lloran porque también. Finalmente logra escaparse ¡uno menos!. Mientras juegan con la Wii, aprovecho para limpiar los retretes con las escobillas y amoniaco y oigo llantos y gritos en la salita de arriba…De pronto entre gritos escucho a mi hijo Manolito, que es un rubio pecoso, con una cara de lo más gracioso, y que parece un muñequito un “me cago en tu ….. madre”. Me quedo tan espantado que no puedo ni reaccionar, con la escobilla todavía en la mano, como una estatua. Inmediatamente subo las escaleras como un ogro. Se hace el silencio. Aunque se opone tenazmente, logro propinar al rubio pecoso un bofetón en la boca, menor de lo que yo quisiera, ya que encoge la cabeza, pero en fin…al menos ha quedado aterrado de la magnitud de su falta. Bramo, diciendo que jamás vuelva a oír cosa semejante en esta casa,- si tu hermano te pega con un palo- grito, como parece que hizo Santi,- todo lo más que se puede decir es ¡caramba!
Llora, lo mando a su habitación, la culpa es de Santi- sigue diciendo.
Ahora voy haciendo camas. Al poco Manolito, llega lloroso, muy arrepentido, me pide perdón entre hipidos…¡es que tú no sabes lo que me ha hecho Santi! -Bueno, bueno,- le calmo. Me da un abrazo y yo me lo como a besos, claro, aunque le hago prometer que jamás dirá imprecaciones horribles de ese tenor hasta que no cumpla por lo menos cincuenta años…
Me pongo a continuar con las camas, menos mal que ahora en verano no hay mantas…
Escribo esto en cinco minutos de paz y sigo…
Ya iré contando (si sobrevivo).