Las maletas, las bolsas, los cubitos, las palas, las pelotas, la bolsa de los bañadores, el portatil, las toallas (ya no hay carritos, aleluya) , los juguetes, la barca de plástico, la muñeca de trapo de Pilar, el osito de peluche (costroso) de Santi, que si no no se duerme ...
Todo debe encajar en el coche como los engranajes de una maquinaria perfecta. ¡Ah! y los niños, que no se me olvide ninguno, también deben colocarse como las piezas de un puzzle, cada uno en su sitio, para que todo quepa... y rumbo a Sanlucar Beach. ¡Felices vacaciones!
sábado, 28 de julio de 2012
lunes, 23 de julio de 2012
800 km y 400 años las separan...
Han coincidido en el mismo carrete (en la misma tarjeta de memoria) estas dos imágenes, una realizada cerca de mi casa, en la iglesia del Salvador, la otra en Puente la Reina. Qué diferencia y qué identidad.
La emoción barroca del genial Juan de Mesa y la sublime expresividad del autor desconocido del siglo XII.
La emoción barroca del genial Juan de Mesa y la sublime expresividad del autor desconocido del siglo XII.
domingo, 22 de julio de 2012
Menos es más
Pues sí, la malhadada crisis tiene sus cosas buenas. Una de ellas es la de la vuelta a la medida y la discreción en la vida diaria.
En esos años de bonanza en que se disparaba con pólvora del rey la sociedad se había vuelto loca. España parecía un nuevo rico y la sociedad se comportaba como tal. Había demasiado ruido y pocas nueces. El dinero no se gastaba, se despilfarraba, en primer lugar en la administración pública, y siguiendo su ejemplo los particulares, las familias. Las grandes comidas, los viajes, las fiestas, las facturas verdaderas y falsas, los cochazos, había una falta de comedimiento absoluta. Virtudes de toda la vida como la sencillez, la sobriedad, habían desaparecido y eran denostadas.
Aprovechar la comida sobrante para el día siguiente, zurcir calcetines, heredar la ropa, el que lo hacía, desde luego no lo publicaba.
Por lo menos ahora no se nos atosiga con la ordinariez de aquellos a los que les salía el dinero por las orejas y no lo disimulaban.
El precio está siendo demasiado elevado, pero no es malo, no, comenzar a disfrutar de las cosas pequeñas que valen mucho y no cuestan dinero.
En esos años de bonanza en que se disparaba con pólvora del rey la sociedad se había vuelto loca. España parecía un nuevo rico y la sociedad se comportaba como tal. Había demasiado ruido y pocas nueces. El dinero no se gastaba, se despilfarraba, en primer lugar en la administración pública, y siguiendo su ejemplo los particulares, las familias. Las grandes comidas, los viajes, las fiestas, las facturas verdaderas y falsas, los cochazos, había una falta de comedimiento absoluta. Virtudes de toda la vida como la sencillez, la sobriedad, habían desaparecido y eran denostadas.
Aprovechar la comida sobrante para el día siguiente, zurcir calcetines, heredar la ropa, el que lo hacía, desde luego no lo publicaba.
Por lo menos ahora no se nos atosiga con la ordinariez de aquellos a los que les salía el dinero por las orejas y no lo disimulaban.
El precio está siendo demasiado elevado, pero no es malo, no, comenzar a disfrutar de las cosas pequeñas que valen mucho y no cuestan dinero.
martes, 17 de julio de 2012
¡Qué bueno es "papá estado"!
¿Hasta donde se puede insmiscuir el estado para sancionar nuestras actitudes de riesgo?
Yo parto de que mientras menos mejor.
Siempre que una conducta no perjudique a terceros, considero que el riesgo de la misma debe ser asumido y valorado por el propio individuo.
Viene esto a cuento de que hoy me desayuno con la noticia de que quieren obligar a llevar cascos a los ciclistas también en vías urbanas.http://www.diariodesevilla.es/article/sevilla/1309183/interior/obligara/usar/casco/para/circular/con/bicicletas/por/la/ciudad.html
¿Es imprudente no llevarlo? Considero que no. Yo, de hecho, que utilizo la bici cotidianamente, (y la razón principal es la libertad que permite frente a las múltiples normas de la moto o el coche) jamás lo llevo y además no quiero que nadie me obligue a ello. ¿Qué es más seguro llevarlo? Sin duda, y quedarme en casa encerrado más todavía. ¡Dejenme asumir mis responsabilidades, por favor! ¡no me cuiden tanto! (además, que ironía, el estado actual farisaico, cuya actitud en otras cuestiones simplemente me asquea) Correr en los san fermines es un riesgo, y ser torero, y alpinista, y el mero hecho de existir conlleva el riesgo de morir.
¿Hasta donde nos quieren controlar? ¿Tendremos que salir a la calle con armadura?
Yo parto de que mientras menos mejor.
Siempre que una conducta no perjudique a terceros, considero que el riesgo de la misma debe ser asumido y valorado por el propio individuo.
Viene esto a cuento de que hoy me desayuno con la noticia de que quieren obligar a llevar cascos a los ciclistas también en vías urbanas.http://www.diariodesevilla.es/article/sevilla/1309183/interior/obligara/usar/casco/para/circular/con/bicicletas/por/la/ciudad.html
¿Es imprudente no llevarlo? Considero que no. Yo, de hecho, que utilizo la bici cotidianamente, (y la razón principal es la libertad que permite frente a las múltiples normas de la moto o el coche) jamás lo llevo y además no quiero que nadie me obligue a ello. ¿Qué es más seguro llevarlo? Sin duda, y quedarme en casa encerrado más todavía. ¡Dejenme asumir mis responsabilidades, por favor! ¡no me cuiden tanto! (además, que ironía, el estado actual farisaico, cuya actitud en otras cuestiones simplemente me asquea) Correr en los san fermines es un riesgo, y ser torero, y alpinista, y el mero hecho de existir conlleva el riesgo de morir.
¿Hasta donde nos quieren controlar? ¿Tendremos que salir a la calle con armadura?
lunes, 16 de julio de 2012
Sólo lo real, por ser real, es hermoso.
Como está muy bien expresado en el magnífico blog de A. R, http://compostela.blogspot.com.es/2012/07/engano-griego.html la esencia y la pureza de formas que se refleja en el románico, enlazo aquí esta entrada.
La foto está tomada hace dos semanas en el pueblecito de Torres del Río, en el camino de Santiago. Se trata de la Iglesia del Santo Sepulcro. La belleza de la perfección de sus líneas sencillas no necesita comentarios.
La foto está tomada hace dos semanas en el pueblecito de Torres del Río, en el camino de Santiago. Se trata de la Iglesia del Santo Sepulcro. La belleza de la perfección de sus líneas sencillas no necesita comentarios.
sábado, 14 de julio de 2012
Otro punto de vista
Los niños son imprevisibles, a veces absurdos, con su fondo de lógica y sorprendentes siempre.
Ayer el pequeño Santiago mientras se duchaba, moreno como el carbón, se señalaba debajo del brazo y me preguntaba: ¿Pápa, esto lo tienen todos? los niiiños, las niiiñas, los papaaaas, las mamaaas... No entendía bien que quería decir. Por fín me di cuenta de que se refería a las axilas, cuyos nombres desconoce por completo. Si, hijo, todo el mundo, (que cosa tan tonta pensé) ¡Ah claro- responde muy convencido y ufano por su descubrimiento- es que si no se nos caerían los brazos!
Ayer el pequeño Santiago mientras se duchaba, moreno como el carbón, se señalaba debajo del brazo y me preguntaba: ¿Pápa, esto lo tienen todos? los niiiños, las niiiñas, los papaaaas, las mamaaas... No entendía bien que quería decir. Por fín me di cuenta de que se refería a las axilas, cuyos nombres desconoce por completo. Si, hijo, todo el mundo, (que cosa tan tonta pensé) ¡Ah claro- responde muy convencido y ufano por su descubrimiento- es que si no se nos caerían los brazos!
miércoles, 11 de julio de 2012
Observando con lupa
La vida está tejida de pequeñas puntadas que forman una trama. De hitos casi invisibles, de hilos que se van cortando. Nuestra intrahistoria está en el cada día.
Ayer se le cayó un diente a Ignacio, supongo/espero que el último. Con 11 añazos no creo que crea en el misterio todavía, pero el colocó su diente debajo de la almohada y se gano diez euretes, que su madre y yo no teníamos cambio a esas horas nocturnas y quién, por algunas monedas de más, estropea una ilusión.
Y todo continúa... y los dos pequeños abandonaron para siempre el biberón. Los olvidamos en Estella antes de regresar y ya puestos, decidimos que son demasiado mayores y utilizarán vasos. Y allí se han quedado, perdidos, dos biberones gastados y opacos de tantos cereales y tanto Cola-Cao
¿Qué cosas tan ínfimas, verdad?
Pero todavía me quedan ¡madre mía! dos dentaduras enteras y la mitad de la de Manolito...
Ayer se le cayó un diente a Ignacio, supongo/espero que el último. Con 11 añazos no creo que crea en el misterio todavía, pero el colocó su diente debajo de la almohada y se gano diez euretes, que su madre y yo no teníamos cambio a esas horas nocturnas y quién, por algunas monedas de más, estropea una ilusión.
Y todo continúa... y los dos pequeños abandonaron para siempre el biberón. Los olvidamos en Estella antes de regresar y ya puestos, decidimos que son demasiado mayores y utilizarán vasos. Y allí se han quedado, perdidos, dos biberones gastados y opacos de tantos cereales y tanto Cola-Cao
¿Qué cosas tan ínfimas, verdad?
Pero todavía me quedan ¡madre mía! dos dentaduras enteras y la mitad de la de Manolito...
martes, 10 de julio de 2012
Viaje a Navarra
La semana pasada estuvimos (toda la familia) en Navarra, concretamente en Estella. Paisajes inolvidables, baños en ríos helados, noches tapados ¡con mantas!...
Lo mejor... el románico. Mi sensibilidad andaluza se agudiza, poco acostumbrada a su visión cotidiana. Aquí de eso no hay, empezamos en el gótico, antes estaban los moros, que tampoco están mal, por cierto, pero es distinto.
Lo mejor... el románico. Mi sensibilidad andaluza se agudiza, poco acostumbrada a su visión cotidiana. Aquí de eso no hay, empezamos en el gótico, antes estaban los moros, que tampoco están mal, por cierto, pero es distinto.
Qué fortuna poseer el camino de Santiago. Una de las cosas más admirables y emocionante es entrar en esas iglesitas puras de formas, sencillas, casi vacías y encontrarse ante la ingenua mirada de la imagen sedente de la virgen y el niño, que desde hace mil años allí permanecen, esperando al peregrino. Y lo mejor es que esas iglesiucas sin gente están vivas, llenas, palpitantes en su sobriedad. En todas ellas se vislumbra la llamita temblorosa que, humilde, anuncia que el sagrario está habitado.
Ahora que muchas iglesias se convierten en museos y que una vez pasado el culto permanecen tristemente desoladas, merece destacarse este ejemplo de fe, responsabilidad y belleza.
El último Rafael
Aunque difícil, no es imposible. Logré pasear a través de los lienzos de Rafael en el Prado con los cinco churumbeles.http://www.museodelprado.es/exposiciones/info/en-el-museo/el-ultimo-rafael Un matrimonio inglés, admirado, me felicitó amablemente (se agradece). Hay que decir que la genialidad del italiano lo permite. Es la única vez que Manolito (erase un niño a un balón pegado) se retrasaba mirando un cuadro. Las hermosas madonas lo merecen. Es una pintura bellísima, con escenas que los niños conocen, muy cercanas a su sensibilidad sencilla y delicada.
Es interesante como resaltan las sutiles diferencias entre el maestro y su discípulo, Julio Romano. Siendo este magnífico, al apreciar dos obras comparadas se nota la genialidad de uno sobre otro.
Me quedo con el admirable retrato de Baltasar de Castiglione, por lo significativo del personaje y por su magistral calidad: sobre tonos grises la inteligente mirada azul del humanista. Invita a pararse largo rato delante para descifrar su alma plasmada en el lienzo.
Pilar, con sus tres años, no me lo permitió. Su manita aprisionada por mi le impedía traspasar los cordones de seguridad, que no paró de tocar, provocando infartos en los amables vigilantes, en cuyos pechos colgaban unos aparatitos que vibraban y sonaban a cada sacudida. ¡De infarto!
Es interesante como resaltan las sutiles diferencias entre el maestro y su discípulo, Julio Romano. Siendo este magnífico, al apreciar dos obras comparadas se nota la genialidad de uno sobre otro.
Me quedo con el admirable retrato de Baltasar de Castiglione, por lo significativo del personaje y por su magistral calidad: sobre tonos grises la inteligente mirada azul del humanista. Invita a pararse largo rato delante para descifrar su alma plasmada en el lienzo.
Pilar, con sus tres años, no me lo permitió. Su manita aprisionada por mi le impedía traspasar los cordones de seguridad, que no paró de tocar, provocando infartos en los amables vigilantes, en cuyos pechos colgaban unos aparatitos que vibraban y sonaban a cada sacudida. ¡De infarto!